viernes, 16 de marzo de 2012

"Ahora sabemos que tienes demonio"

No se les dará ninguna señal
LA NACIÓN de Israel durante siglos fué depositaria de una gran verdad espiritual. Ellos tuvieron la custodia de varios textos que constituyeron "La Palabra de Dios" para toda su civilización. Órdenes y preceptos estaban escrupolsamente defindos. Los libros proféticos señalaban el advenimiento de un Mesías, pero no eran claros al definir ciertos detalles. Por ejemplo, ningún libro profético señalaba que el Mesías vendría de una región celestial antes de nacer en la Tierra, y que menos fuera el Hijo de Dios. Dicho concepto no existía en la mente de los judíos, los cuales creían que el Libertador sería un personaje que se sentaría en el trono de David en la Jerusalén terrestre y arrojaría a los romanos al mar, trayendo las bendiciones paradisiacas a la Tierra. En efecto, los libros de los profetas y los salmos se describía el Día de Jehová y la restauración del Israel aquí en la Tierra. La Sede de ese gobierno estaría aquí mismo. ¿Por qué un sistema tan presente y vital habría de ser rechazado? 

Cuando Jesús aparece en la Tierra con su mensaje logró cumplir ciertas expectativas, pero también traía una visión innovadora totalmente diferente a lo que ellos habían esperado. Por ejemplo, analicemos algunas situaciones:

48 ”Yo soy el pan de la vida. 49 Los antepasados de ustedes comieron el maná en el desierto y sin embargo murieron. 50 Este es el pan que baja del cielo, para que cualquiera pueda comer de él y no morir. 51 Yo soy el pan vivo que bajó del cielo; si alguien come de este pan vivirá para siempre; y, de hecho, el pan que yo daré es mi carne a favor de la vida del mundo”.

56 El que se alimenta de mi carne y bebe mi sangre permanece en unión conmigo, y yo en unión con él. 57 Así como me envió el Padre viviente y yo vivo a causa del Padre, así también el que se alimenta de mí, sí, ese mismo vivirá a causa de mí. 58 Este es el pan que bajó del cielo. No es como cuando sus antepasados comieron y sin embargo murieron. El que se alimenta de este pan vivirá para siempre”. 59 Estas cosas las dijo enseñando en asamblea pública en Capernaum.

60 Por lo tanto, muchos de sus discípulos, al oír esto, dijeron: “Este discurso es ofensivo; ¿quién puede escucharlo?”. 61 Pero Jesús, conociendo en sí mismo que sus discípulos murmuraban acerca de esto, les dijo: “¿Esto los hace tropezar? 62 ¿Qué hay, pues, si contemplaran al Hijo del hombre ascender a donde estaba antes? 63 El espíritu es lo que es dador de vida; la carne no sirve para nada. Los dichos que yo les he hablado son espíritu y son vida. 64 Pero hay algunos de ustedes que no creen”.

66 Debido a esto, muchos de sus discípulos se fueron a las cosas de atrás, y ya no andaban con él.  – Juan 6

Notamos como un mensaje demasiado revolucionario y que iba más allá incluso de las expectativas judías hizo tropezar a este grupo de discípulos. Afirmar que el era un ser celestial pre-humano y el no entender el simbolismo de comer de su cuerpo y sangre, provocaron un shock en este grupo que hasta ese punto lo habían seguido. Pero Jesús recalca que la clave son "sus dichos". Ellos no podían negar que su mensaje había sido verdadero, por eso le habían seguido. Pero el prejuicio sobre ciertos dichos que ahora escapaban a su comprensión nubló sus mentes.

48 En respuesta, los judíos le dijeron: “¿No decimos correctamente: Tú eres samaritano y tienes demonio?”. 49 Jesús contestó: “Yo no tengo demonio, sino que honro a mi Padre, y ustedes me deshonran a mí. 50 Pero yo no busco gloria para mí mismo; hay Quien busca y juzga. 51 Muy verdaderamente les digo: Si alguien observa mi palabra, no verá la muerte nunca”. 52 Los judíos le dijeron: “Ahora sabemos que tienes demonio. Abrahán murió, también los profetas; pero tú dices: ‘Si alguien observa mi palabra, no gustará la muerte nunca’. 53 Tú no eres mayor que nuestro padre Abrahán, que murió, ¿verdad? También, los profetas murieron. ¿Quién pretendes ser?”. 54 Jesús contestó: “Si yo me glorifico a mí mismo, mi gloria no es nada. Es mi Padre quien me glorifica, el que ustedes dicen que es su Dios; 55 y sin embargo ustedes no lo han conocido. Pero yo lo conozco. Y si dijera que no lo conozco sería como ustedes, mentiroso. Pero sí lo conozco, y observo su palabra. 56 Abrahán el padre de ustedes se regocijó mucho por la expectativa de ver mi día, y lo vio y se regocijó”. 57 Por eso le dijeron los judíos: “Todavía no tienes cincuenta años, ¿y sin embargo has visto a Abrahán?”. 58 Jesús les dijo: “Muy verdaderamente les digo: Antes que Abrahán llegara a existir, yo he sido”. 59 Por lo tanto, tomaron piedras para arrojárse[las]; pero Jesús se escondió, y salió del templo. – Juan 8

Cómo notamos, la Nueva Revelación de que el Hijo del Hombre tenía existencia prehumana le voló la cabeza a los judíos. ¿Cómo era posible que este tío, éste carpintero de la denigrada Nazaret fuera el Mesías? Y más aún, ¿cómo es posible que afirmara ser un ser que vivió en el cielo? ¿Dónde las profecías decían eso? ¿No era acaso una blasfemia? Sin duda Jesús podía ser todas las cosas, menos eso. De hecho, la conclusión lógica era que estuviera loco, fuera un falso profeta y tuviera un demonio hablando a través de él. 

Solo un demonio con existencia prehumana antes de Abrahán pudiera haber dicho que conoció  y que fué antes de Abrahán. ¿No delataban a Jesús esas palabras?

¿No es para reflexionar sobre nuestras calientes reacciones ante una fuente Nueva de de Luz?