lunes, 12 de marzo de 2012

El Gran Akhenaton

Busto del faraón Akenaton en el Museo de El Cairo. (Foto: Wikipedia Commons)Franco ha solicitado información al respecto. En esta entrada expongo un tema que en una ocasión analicé:
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Los antiguos egipcios tenían decenas de deidades y guardianes protectores del "mundo invisible". Con el tiempo, la civilización egipcia alcanzaría un nivel tal de politeísmo, que llegarían a contarse entre ellos más de 750 dioses y otras fuerzas divinas que elevarían a cantidades asombrosas tal proliferación de paganismo e idolatría. Cómo sabemos estas deidades evocaban a los Ángeles rebeldes antediluvianos quienes actuaron como dioses en contacto directo con los hombres.
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Cuando el culto de Amón-Ra se había afianzado en el Egipto tebano, y el sacerdocio de Amón empezaba a contar con gran influencia, el nuevo monarca, Akhenaton, para sorpresa de todos, comienza una gran reforma teológica en Egipto. Akhenaton constituiría, según algunos, el primer gran intento por implantar una religión monoteísta en el Egipto infestado de dioses. Sí, este rey comienza a borrar y a eliminar decenas de los grabados e imágenes pertenecientes a muchas divinidades egipcias. Incluso suprimió el culto a Amón-Ra, sosteniendo con las castas sacerdotales de Amón una gran lucha. Finalmente venció, y borró el nombre de Amón de todos los templos y monumentos egipcios. Akhenaton estrenó entonces al pueblo egipcio, una nueva revelación, una nueva divinidad, llamada Atón. Esta "suprema revelación" sería el único dios al que los egipcios deberían adorar.    
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 Aunque muchos egiptólogos han alegado que la reforma de Akhenaton no constituía en realidad una manifestación de monoteísmo, ya que la expresión del nuevo dios era en realidad la fusión de otras deidades, el punto es que Akhenaton si hizo un gran esfuerzo por eliminar el poder de muchos dioses, incluyendo al extraño Amón. Tal vez su reforma no sería como la del rey judío Josias, quién muchos siglos después restituiría la adoración correcta a su país. Pero esto se debe a que Josias trajo de vuelta la adoración verdadera a un pueblo que ya tenía esos orígenes monoteístas. En cambio, Akhenaton, intentó implantar una nueva revelación a un pueblo que nunca había adorado a un solo dios. Esto hace que Akhenaton no intentara hacerlo de golpe, sino gradualmente. Para ello no podía eliminar inmediatamente todo concepto pagano de la mente de una cultura tan politeísta, sino que de una manera inteligente, fusionó o redujo muchas ideas a una sola. Atón, el único dios, constituiría un esfuerzo por sanear las mentes egipcias y conducirlas a la posterior revelación de un Padre Universal, (él pretendía posteriormente llevarlos a otra fase de enseñanza que nunca se concretó por el complot de las fuerzas oscuras: él deseaba mostrarles al Padre) pero los planes de Akhenaton se verían truncados...
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Pero, ¿de dónde provienen la idea de que Akhenaton quisiera implantar un solo Dios en Egipto y mucho antes que Moisés? ¿Quién enseñó a Akhenaton?

Cómo declara el Libro de Urantia, las enseñanzas de Maquiventa Melquisedek se expandieron por toda la Tierra. Y a parte de Palestina con Abrahán, en Egipto también en un corto periodo se abrazó el concepto del único Dios. Urantia Book nos narra:

“Gracias a la influencia de un médico salemita egipcio, una mujer de la familia real abrazó las enseñanzas de Melquisedek. Esta mujer convenció a su hijo Akenatón, faraón de Egipto, para que aceptara estas doctrinas de Un Solo Dios.

Desde la desaparición física de Melquisedek, ningún ser humano había poseído hasta ese momento un concepto tan asombrosamente claro de la religión revelada de Salem como Akenatón. En algunos aspectos, este joven rey egipcio es una de las personas más extraordinarias de la historia humana. Durante esta época de creciente depresión espiritual en Mesopotamia, Akenatón conservó viva en Egipto la doctrina de El Elyón, el Dios Único, manteniendo así abierto el canal filosófico monoteísta que fue fundamental para el trasfondo religioso de la entonces futura donación de Miguel. Y fue en reconocimiento de esta proeza, entre otras razones, por lo que el niño Jesús fue llevado a Egipto, donde algunos sucesores espirituales de Akenatón le vieron, y comprendieron hasta cierto punto algunas fases de su misión divina en Urantia.

Moisés, el personaje más importante aparecido entre Melquisedek y Jesús, fue el regalo conjunto que dieron al mundo la raza hebrea y la familia real egipcia. Si Akenatón hubiera poseído la diversidad de talentos y la capacidad de Moisés, si hubiera manifestado una genialidad política comparable a su sorprendente autoridad religiosa, Egipto se habría convertido entonces en la gran nación monoteísta de esta época; y si esto hubiera sucedido, es muy posible que Jesús hubiera vivido la mayor parte de su vida mortal en Egipto.

   Ningún rey procedió nunca en toda la historia a hacer que una nación entera cambiara tan metódicamente del politeísmo al monoteísmo como lo hizo este extraordinario Akenatón. Con la más asombrosa determinación, este joven soberano rompió con el pasado, cambió su nombre, abandonó su capital, construyó una ciudad totalmente nueva, y creó una literatura y un arte nuevos para todo un pueblo. Pero fue demasiado deprisa; construyó demasiado, más de lo que podía perdurar después de su partida. Además, no logró asegurar la estabilidad y la prosperidad material de sus súbditos, los cuales reaccionaron desfavorablemente contra sus enseñanzas religiosas cuando las aguas posteriores de la adversidad y la opresión asolaron a los egipcios.

   Si este hombre con una perspicacia asombrosamente clara y una resolución extraordinaria hubiera tenido la sagacidad política de Moisés, habría cambiado toda la historia de la evolución de la religión y de la revelación de la verdad en el mundo occidental. Durante su vida fue capaz de refrenar las actividades de los sacerdotes, a los cuales desacreditó en general, pero éstos mantuvieron sus cultos en secreto y se lanzaron a la acción en cuanto el joven rey desapareció del poder; y no tardaron en relacionar todas las dificultades posteriores de Egipto con el establecimiento del monoteísmo durante su reinado.

   Akenatón trató muy sabiamente de establecer el monoteísmo bajo la apariencia del dios Sol. Esta decisión de enfocar la adoración del Padre Universal absorbiendo a todos los dioses en la adoración del Sol se debió al consejo del médico salemita. Akenatón cogió las doctrinas generalizadas de la religión entonces existente de Atón sobre la paternidad y la maternidad de la Deidad, y creó una religión que reconocía una relación íntima de adoración entre el hombre y Dios.

Akenatón fue lo bastante sabio como para mantener la adoración exterior de Atón, el dios Sol, mientras que condujo a sus asociados a la adoración disfrazada del Dios único, el creador de Atón y el Padre supremo de todos. Este joven rey-instructor fue un escritor prolífico, siendo el autor de la exposición titulada «El Dios Único», un libro de treinta y un capítulos que los sacerdotes destruyeron por completo cuando recuperaron el poder. Akenatón escribió también ciento treinta y siete himnos, doce de los cuales se conservan actualmente en el Libro de los Salmos del Antiguo Testamento, atribuídos a autores hebreos.

   La palabra suprema de la religión de Akenatón en la vida diaria era «rectitud», y amplió rápidamente el concepto de la acción correcta hasta abarcar tanto la ética internacional como la nacional. Ésta fue una generación de una piedad personal asombrosa y estuvo caracterizada por la sincera aspiración, entre los hombres y las mujeres más inteligentes, de encontrar a Dios y conocerlo. En aquella época, la posición social o la riqueza no concedía a ningún egipcio ninguna ventaja a los ojos de la ley. La vida familiar de Egipto contribuyó mucho a conservar y aumentar la cultura moral, y sirvió posteriormente de inspiración para la magnífica vida familiar de los judíos en Palestina.

   La debilidad fatídica del evangelio de Akenatón consistió en su verdad más grande, la enseñanza de que Atón no sólo era el creador de Egipto, sino también del «mundo entero, de los hombres y los animales, y de todos los países extranjeros, incluídos Siria y Cush, además de esta tierra de Egipto. A todos los coloca en su lugar y satisface sus necesidades.» Estos conceptos de la Deidad eran elevados y sublimes, pero no eran nacionalistas. Estos sentimientos internacionalistas en materia religiosa no lograban aumentar la moral del ejército egipcio en el campo de batalla, mientras que proporcionaban a los sacerdotes unas armas eficaces que podían utilizar en contra del joven rey y de su nueva religión. Tenía un concepto de la Deidad muy por encima del de los hebreos posteriores, pero era demasiado avanzado para servir los objetivos del constructor de una nación.

Aunque el ideal monoteísta sufrió con la desaparición de Akenatón, la idea de un solo Dios sobrevivió en la mente de muchos grupos. El yerno de Akenatón estuvo de acuerdo con los sacerdotes, volvió a la adoración de los antiguos dioses y cambió su nombre por el de Tut-Ank-Ammon. La capital regresó a Tebas y los sacerdotes se enriquecieron con las tierras, llegando finalmente a poseer una séptima parte de todo Egipto; poco después, un miembro de esta misma orden de sacerdotes se atrevió a apoderarse del trono.
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La debilidad de la doctrina de Akenatón residía en el hecho de que proponía una religión tan avanzada, que sólo los egipcios instruidos podían comprender plenamente sus enseñanzas. La masa de los obreros agrícolas nunca captó realmente su evangelio, y por lo tanto se encontraba preparada para volver, con los sacerdotes, a la antigua adoración de Isis y de su consorte Osiris, el cual se suponía que había sido resucitado milagrosamente de una muerte cruel a manos de Set, el dios de las tinieblas y del mal” – Urantia Book  - Las enseñanzas de Melquisedek en el Levante.

 Cuando finalmente Akhenaton venció a las castas corruptas de Amón, éstas juraron venganza. Lamentablemente, el reinado de Akhenaton duró pocos años para que se pudiera afianzar definitivamente la nueva deidad. Esto se debió a que se había urdido una conspiración malévola sobre este faraón y su familia. Y la gran relación es que era una batalla entre dioses... Amón intentaría recuperar su poder y debía vencer a Atón.

 Cuando realicé esta investigación algo me llamó poderosamente la atención. Amón no solamente era un dios egipcio. También dije que el significado egipcio para la expresión Amón era "Oculto", esto en el sentido de que ocultaba la verdadera identidad de otro personaje del mundo de los espíritus. Bien. Mi sorpresa fué mayor cuando comprobé que una de las tantas expresiones referidas a la fusión de Amón-Ra  hacía alusión a una "brillante estrella de la mañana" que recorría los cielos. Además esta expresión se relacionaba con el Sol que en sí también es una estrella. Pero también los pasajes antiguos se referían a otro astro, un  "astro reluciente", refiriéndose al lucero del alba. Este astro es nada menos que el planeta Venus. También ellos hacían referencia a la estrella Sirio que era fundamental en las bajas y altas del río Nilo. El punto es que estas alusiones se refieren al mismo dios, que era considerado "el astro rutilante", "la estrella brillante o reluciente", o "el resplandeciente". Lo interesante es que Jerónimo, quién buceó en estas lenguas casi muertas, utilizó estas mismas expresiones en su traducción de la Vulgata. El había investigado esta asombrosa relación y descubrió que hacían alusión al mismo personaje que los sabios egipcios trataban de ocultar. Allí, las expresiones son denominadas y latinizadas bajo un viejo nombre que causa impacto: Lucifer. El resplandeciente, o el astro rutilante es nada menos que Lucifer...  O sea, Amón sí ocultaba otra identidad, y Amón-Ra es en realidad Lucifer...

 Y según el pasaje de Isaías 14: 12-14, esta declaración contra el rey de Babilonia es en realidad una clara alusión a Satanás, quién se rebeló contra Dios. Por eso el nombre de Lucifer se asocia a Satanás. Esto da a entender que Amón es en realidad Satanás el Diablo. ¡Con razón YHWH en su declaración contra uno de los faraones de tiempos posteriores a Akhenaton, que probablemente  fue alguno de los Ramsés, dijo aquella famosa frase de Éxodo 9:16!  Sí, aquella no fué una batalla contra el faraón, sino que contra los dioses que lo apoyaban. Y esa lista la encabeza Amón-Ra. Por eso nadie duda en atribuir que aquella frase fue dirigida en el fondo a Satanás, quién se ocultaba bajo la forma de ese dios...

 Pero si regresamos a tiempos de Akhenaton, cuando este murió, asumió Tutankhamon. Sin embargo, éste murió misteriosamente. Después del corto reinado de Ay, Horemheb, el general de las tropas, (quién fué el verdadero maquinador de estas muertes aliado con los sacerdotes de Amón)-, dió su golpe de estado y asumió el trono de Egipto, borrando de la memoria de las gentes al dios Atón y a sus apoyadores monoteístas, especialmente a Akhenaton, quién sería después considerado un hereje para la teología egipcia al intentar destruir la idolatría. Horemheb restauró el culto a Amón y a los otros dioses, y afianzó definitivamente a los sacerdotes en sus puestos. De esa manera volvió la idolatría a Egipto, y Amón  no sería deshonrado hasta el tiempo del Éxodo de Israel de Egipto. Pero esa sería otra historia...