sábado, 29 de septiembre de 2012

Conclusiones


1- La Biblia al ser una colección de libros está compuesta por varios géneros literarios. Hay libros históricos, poéticos, filosóficos, epístolas personales, narraciones testimoniales subjetivas, escritos proféticos y apocalípticos.

2- Durante mucho se ha confundido el género profético con el apocalíptico. El apocalíptico posee elementos de profecía, pero fundamentalmente es una saga simbólica llena de métáforas visuales con un fuerte mensaje hacia la época y consejos sobre la actitud de los fieles a Dios.

3-No es que la narración apocalíptica con "voces, truenos y granizo" sea falsa. El problema es que no hemos entendido el objetivo metafórico de la lección moral que está envuelta bajo el simbolismo de éste género literario. Nuestro error es utilizar dichos símbolos como descripciones futuristas de sucesos cósmicos literales.

4- Sin embargo, también el género apocalíptico indujo en la época de su redacción a la esperanza de una intervención directa de Dios en los asuntos humanos para eliminar a los malvados (liberarlos de la opresión de una potencia), mientras que los profetas intentan mediante el arrepentimiento la conversión de las personas.

5-Hay una abundante literatura apocalíptica, incluso mayor que los libros de la Biblia y que procede de épocas anteriores. Esa literatura incluye términos iguales  a los insertados en las narraciones del N.T como "reino milenario, fuego y azufre, luchas de ángeles y demonios, bestias salvajes", etc. En el siglo I no existía discriminación alguna entre ésta literatura (hoy llamada apócrifa) y la que hoy se llama arbitrariamente canónica. Ambas circulaban de forma libre y ámbas gozaban de cierta aceptación, hasta el grado que Judas cita del libro de Enoc.

6-En el Nuevo Testamento hay muchas inserciones de frases o paráfrasis del género apocalíptico en medio de las narraciones. Esto se debe a la creencia de  los primeros cristianos que presenciarían el Día de Jehová y la Parausía. Pablo y Pedro son enfáticos al describir que “el fin de todas las cosas se ha acercado”, "el tiempo que queda está reducido",  que "no todos nos dormiremos en la muerte", etc. Pero no olvidemos que las epístolas son cartas personales de su percepción sobre el Evangelio sobre situaciones particulares, y no catálogos de fe o dogmas oficiales para todas las Iglesias. Pablo mismo actúa de forma distinta, se adapta a los judíos de forma opuesta que a los gentiles.

7-En la narración de los Evangelios notamos algunas de éstas inserciones apocalípticas. Una de ellas es que Jesús afirma regresar antes que se predique el circuito de todas las ciudades de Israel (Mateo 10). En las investigaciones pasadas (entradas anteriores) hemos visto como carecemos de comparación entre las Biblia modernas con los Manuscritos antiguos, sobre todo con los capítulos 10, 13 y 24 de Mateo, los cuales precisamente tienen connotaciones “apocalípticas”.

8- De todas formas, es posible que la inserción es anterior al siglo II. Kern nos dice que “este trozo de literatura ha de atribuirse, sin duda alguna, no a Jesús, sino a un cristiano judío que vivió hacia el fin del período apostólico y que, en vista de la inminente catástrofe del templo y de la santa ciudad, dedicó a los cristianos y a los judíos las revelaciones, los consejos, y el consuelo de Jesús, e hizo esto evidentemente de una sola vez y por escrito, no oralmente”. Este autor considera evidente que esta composición data de aun antes del sitio de Jerusalén, y en esto discrepa con varios críticos que sostienen puntos de vista similares a los suyos pero que sostienen que el pasaje pertenece a un período posterior a la destrucción de la capital judía. Kern defiende la instrucción profética verdadera de Jesús hacia los cristianos de “huir a las montañas” como algo real, pero discrepa en que este mismo profeta Jesús haya errado en asociar esa tribulación judía con la Parausía de Cristo. ¡A esa misma conclusión ha llegado el autor de éste blog y otros como Carl Olof Jhonsons y Raymond Franz, sin siquiera analizar el Libro de Urantia!

9- Cuando leemos Mateo 24 notamos como “Tote” (entonces) introduce la secuencia que “después de la tribulación de esos días el sol será (…) y entonces aparecerá la Señal del Hijo del Hombre…”. Notamos que no hay una discriminación en el relato textual de la tribulación judía de 70 con la Parausía. Han sido las Religiones modernas las que han tenido que interpretar otra cosa que textualmente no está escrita, pero eso nos mostraría que Jesús confundió a sus apóstoles y les ilusionó con que su Parausía estaría ligada a la destrucción de Jerusalén y el término de su generación. Obviamente todos los lectores de Mateo y Lucas  del siglo I llegarían a esa conclusión errada.

 10-Por lo tanto, y para los que creemos en la coherencia y veracidad del Maestro,  es evidente que algunos dichos genuinos de Jesús han sido mezclados con la apreciación de un posterior redactor.  Una opción razonable es que los evangelistas añadieron (sin querer) a las palabras de nuestro Señor algunas cosas que él no dijo. En el proceso de transmitir oralmente los muchos dichos de Jesús, ciertas ideas incongruentes se mezclaron con ellos, y se unieron tan estrechamente con ellos que, cuando los dichos se escribieron por primera vez, fue imposible separar la verdadera forma original de sus adiciones. El resultado es que no tenemos un informe exacto y textual  de lo que Jesús dijo en la ocasión a la que se alude. Esto es posible ya que los apóstoles aún creían que verían la Parausía antes del término del siglo I y alguna creencia personal influyó en esta inserción. Además, una comparación entre los evangelistas corrobora la hipótesis, ya que hay muchas diferencias entre ellos. Por ejemplo, Marcos y Lucas no mencionan la explicación apocalíptica del trigo y la mala hierba.

11- A lo anterior es posible añadir que los dichos de Jesús también fueron confundidos por los compiladores de nuestros evangelios, y que secciones enteras han sido insertadas fuera de su propia conexión. Mateo registra en 24:17, 23, 27, 28, 37, 40, 41 lo que Lucas refiere a una ocasión diferente (compárese con Lucas 17:20-37). Compárese también Mat. 24:43-51 con Lucas 12:39-46.

12- Los evangelios no pierden su valor trascendental por estas inserciones o paráfrasis de los compiladores posteriores. Su esencia y perfume general del mensaje de Jesús sigue en pie y ha sido inmensamente valioso. No obstante, con respecto a las supuestas frases proféticas o apocalípticas de Jesús en torno a su Parausía debemos ser cautelosos, ya que todo nos sugiere una interpretación de los dichos de Jesús, y estas interpretaciones fueron dejadas por escrito, algo similar a lo que ocurre con los Evangelios Apócrifos y discursos enteros atribuidos a Jesús.

viernes, 28 de septiembre de 2012

Apuntes sobre el género apocalítico



Juan Stam hace un tiempo publicó unos apuntes interesantes sobre la literatura biblica:

Introducción

Cualquier persona, hasta un pre-adolescente, que toma en sus manos un diccionario sabe de antemano que ese libro tiene que leerse de una manera especial, muy diferente a la manera en que uno leería una novela, un texto de química, un poemario o un refranero. Pero si toma en sus manos después una guía telefónica, va a entender que ese texto sí se lee de una forma báiscamente similar al diccionario: buscando información muy específica organizada en forma alfabética. La única diferencia es que en el diccionario uno está buscando definiciones de palabras, y en el directorio telefónico buscando los números de línea que corresponden a cada nombre.

Con sólo abrir un diccionario o una guía telefónica, el lector común está practicando el “análisis de género”. Por “género” entendemos la categoría literaria a que pertenece determinado escrito, el tipo de escrito que es y la forma en que debe leerse.

Antes de leer cualquier texto, es absolutamente fundamental saber a qué “género literario” pertenece. Leer el diccionario como si fuera una novela, por ejemplo, sería un esfuerzo no poco frustrante; leer un texto de química como si fuera una novela amorosa no excitaría para nada la química de la adrenalina romántica. Un texto de historia y una novela histórica se parecen mucho, y ambos pertenecen a la categoría narrativa, pero tienen diferencias esenciales por las que tienen que leerse de manera distinta.

En la vida diaria entendemos casi intiuitivamente qué tipo de escrito es cada texto, y lo leemos conforme a las reglas de ese género literario, pero en la lectura de la Biblia se suele confundir frecuentemente este asunto y leer muchos escritos conforme al género que no son. Por ejemplo, casi siempre se olvidan que la mayor parte de la literatura profética hebrea está escrita en verso, no en prosa. Se lee Cantares como si fuera una alegoría de la iglesia y no un drama romántico. A muchos lectores se les escapa la lógica especial de Eclesiastés como un tratado teológico-filosófico que expone una filosofía tras otra y las refuta una por una. Los Evangelios se leen como si fueran biografías en vez de escritos testimoniales (subjetivos) de las buenas nuevas. Al leer las Epístolas se olvida que son cartas personales ocasionales y no ensayos abstractos de teología. Y el peor de los casos: se lee el Apocalipsis como si fuera mero vaticinio, páginas de historia escritas de antemano, en vez de palabra profética del Dios del cielo.

Profecía y Escatología

Unas definiciones básicas: Un entendimiento claro y preciso de ciertos términos claves es indispensable para poder comprender acertadamente la literatura apocalíptica, y concretamente el Apocalisis de Juan. Entender mal estos conceptos resultará casi inevitablemente en interpretaciones erradas y hasta morbosas de esos escritos.

El primer término, casi siempre malentendido, es la palabra "profecía". En el lenguaje popular hoy, y aun casi universalmente entre cristianos que conocen algo de Biblia, lo profético se entiende como lo que predice el futuro y profecía se toma como un sinónimo de vaticinio o predicción de cosas venideras, especialmente cuando remotas o al final de la historia. En realidad, este es el concepto pagano de los antiguos oráculos o de autores como Nostradamus. Los que comienzan con este malentendido de lo que es la profecía, terminarán malinterpretando también a los escritos apocalípticos.

La primera persona descrita como “profeta” en la Biblia fue Abraham (Gén 20:7), y la figura fundante del profetismo era Moisés (Dt 18:15-22; cf su hermana María, profetisa, Ex 15:20). Sin embargo, hasta donde sabemos del texto bíblico, ninguno de ellos predijo cosas futuras. Tampoco los profetas tempranos (orales), como Samuel, Elías y Eliseo, se dedicaban a anunciar sucesos futuros, pero no por eso eran menos proféticos (Stam 1998: 26-50). Los profetas que nos han dejado escritos, tanto los llamados mayores como los menores, anunciaban realidades venideras sólo cuando tenían que ver con su mensaje al pueblo de Dios en su propio contexto, pero no se dedicaban principalmente a eso ni eran profetas por predecir ni dejaban de ser profetas cuando no predecían. Amós, por ejemplo, no predijo cosas futuras, excepto tan cercanas que se podrían inferir de las realidades históricas y de las condiciones del pacto, pero su ministerio era un ejemplo del mejor profetismo, porque pronunció una palabra viva y exigente de Yahvé para su pueblo.
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Un mensaje es profético, en sentido bíblico, por su cáracter teológico y ético, no por predecir el futuro. Cuando en medio de su revelación a su pueblo Dios ha querido revelar también acontecimientos venideros, eso debe llamarse específicamente “profecía predictiva”. Pero no toda profecía es predicitiva, ni mucho menos, ni tampoco toda predicción (aun cuando se cumpliera) es por ende “profecía”. Predictiva o no predictiva, la profecía tiene que llamar al pueblo de Dios a que cumpla la voluntad de su Señor en medio de la realidad histórica.

Un segúndo término clave es escatología, “la doctrina de las cosas últimas” (Griego ésjaton). La frase “cosas últimas” no tiene que referirse exclusivamente a los acontecimentos finales en sentido cronológico, sino también a las “últimas realidades” que entran en la historia desde arriba, como por ejemplo, la encarnación del Verbo (la realidad última haciéndose temporal y material) y otras intervenciones divinas en la historia de la salvación. Pero mayormente se entiende por “escatología” las ensanzas bíblicas sobre la meta final del proceso histórico (“el siglo venidero”, “el día del Señor”; la parousía del Hijo del Hombre). Como explicaremos abajo, hay diferencias importantes entre escatología profética y escatología apocalíptica.
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Género Apocalíptico

Por otra parte, el término “apocalipsis” se refiere específicamente al género literario así designado, o sea, el conjunto de escritos que comparten ciertas características en común. En primer lugar (y en contraste con los escritos proféticos), la literatura apocalíptica en su nivel más básico pertenece a la categoría de la narración, igual que la historia, la novela, el cuento, la fábula y la saga. Dentro de ese macro-género, la literatura apocalíptica reviste características especiales. Como significa su nombre “apocalipsis” (griego, “revelación”), esta literatura pretende ser una revelación por un ser sobrenatural a un ser humano, a menudo por visiones y sueños. Suele moverse sobre un eje vertical (cielo/tierra) y/o un eje horizontal (este siglo/siglo venidero, historia/ésjaton). Utiliza extensamente el simbolismo y alude mucho a ángeles y demonios. Los escritos más antiguos de este género, algunos pasajes de I Enoc, datan a lo menos del siglo II antes de Cristo, mientras la producción comenzó a disminuirse a mediados del segundo siglo d.C.. En algunos casos los expertos discrepan sobre si determinado escrito pertenece estrictamente al género apocalíptico, pero la colección es vasta, quizá dos o tres veces la extensión de la Biblia entera . La colección más completa, la de James H Charlesworth en inglés, alcanza unas dos mil páginas grandes. Por lo tanto es una fuente rica y valiosa para entender este movimiento histórico como también el mismo Apocalipsis de Juan.
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La literatura apocalíptica se escribió característicamente en tiempos de crisis, comenzando con la tiranía de Antíoco Epífanes (175-164 a.C), pasando por la primera revuelta judía (66-70 d.C) y culminando con la segunda revuelta bajo Bar Kocheba (132-135 d.C.). En su mensaje los apocalípticos seguían a los profetas israelitas, pero con diferencias importantes. Ambos pretendían decir una palabra de Dios para los tiempos que vivían, y ambos creían en el triunfo de la justicia. Pero los profetas todavía esperaban cambios dentro de la historia y llamaban al pueblo al arrepentimiento para hacerlos posibles. En cambio, los apocalípticos desesperaban de las posibilidades históricas y buscaban más bien alguna futura intervención divina para resolver las situaciones humanamente imposibles.
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Recientemente especialistas como John C. Collins y Paul D. Hanson han aclarado el tema por introducir varias distinciones importantes. (1) Por “apocalipsis” se debe entender el género literario de los escritos cuyas características hemos descrito en el párrafo trasanterior. (2) En cambio, llaman “escatología apocalíptica” a la perspectiva teológica, el conjunto de ideas que caracterizan los escritos apocalípticos pero sin necesariamente expresarse en el estilo de los escritos apocalípticos como género literario. En tercer lugar (3) definen a “apocalipticismo” como un movimiento o una ideología en un sentido más amplio. Es un universo simbólico generado en oposición a la cultura dominante, que establece la identidad, la razón de ser y la esperanza de la comunidad (Hanson 1962:27). La comunidad de Qumran es un ejemplo del apocalipticismo, aunque sus escritos no solían ser típicamente apocalípticos en cuanto a su género literario.

En su famoso artículo para el Suplemento del Intepreter’s Bible Dictionary, Hanson sugiere otra categoría más: el “seudoapocalipticismo” (1962:33), Esto consiste en la pasión puramente especulativa por lo apocalíptico como sistema de ideas, sin la menor relación a la situación de crisis que originó al apocalipticismo ni tampoco una conciencia clara y profética de las crisis coyunturales de su propio momento histórico. No toma en cuenta las luchas históricas de los antiguos autores apocalípticos sino interpretan los escritos (especialmente Daniel y Apocalipsis) desde la comodidad de su propia prosperidad y seguridad existencial. Un síntoma del seudoapocalipticismo es que busca fomentar miedo en vez de inspirar esperanza. Cualquier interpretación que hoy inculca apatía evasiva, irresponsabilidad histórica o indiferencia ante la injusticia, o se presta para legitimar la opresión, tiene todas las marcas del seudoapocalipticismo.

El género apocalíptico no fue algo rígidamente formal; los autores no se daban cuenta necesariamente de estar empleando detérminado tipo de escrito. Muchas veces un escrito apocalíptico viene acompañado por otros géneros. El Apocalipsis de Juan, por ejemplo, tiene la estructura clásica de una epístola; comienza con un saludo (1:4, 9-11) y termina con una despedida (22:7-21). Incluye también oráculos, ayes y makarios (bienaventuranzas), parábolas (probablemente 11:3-13), y otros. Algunos sub-géneros en la literatura apocalíptica son el testamento (discurso de despedida), el mito, oráculos, dichos sapienciales, etc.

Características de la literatura apocalíptica: El género apocalíptico tiene una serie de características que la distinguen frente a los demás tipos de literatura bíblica y lo hace bastante fácil de reconocer. Parece que durante la época de su apogeo, más o menos entre 200 a.C. y 150 d.C., este estilo literario resultaba ser la manera más acertada y eficaz para expresar la esperanza y mantenerla viva en el pueblo. Del oráculo poético de los profetas, que dependía de la comunicación oral, los apocalípticos pasaron a redactar libros, mayormente en prosa, con más conciencia de su estructura y estética.

Una primera característica de estos escritos es la seudonimia. Los escritos apocalípticos, con excepción del apocalípsis de Juan y de Pastor de Hermas, siempre atribuían sus mensajes a grandes santos y heroes del pasado, sobre todo Enoc pero también Adán, Noé, Abraham, Isaac, Jacob, los patriarcas, Moisés, Elías, Baruc y Esdras. Esto era una costumbre de la época, común en el oriente antiguo, y en ninguna forma representaba algún problema ético. Los judíos creían que desde la muerte de Judas Macabeo (161 a.C.), los cielos se habían cerrado y dejaban de aparecer profetas (1 Macabeos 9:27; 2 Baruc 85:3). Como no se esperaban nuevas profecías en la época, los autores apocalípticos ubicaban sus revelaciones en tiempos antiguos, que daban también cierta aureola de antigüedad y autoridad a sus escritos. Además les permitía contar mucha historia ya pasada para ellos, como si fuera profecía futura para el personaje a quien atribuían su escrito.
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Lo que más nos llama la atención en estos escritos es su uso abundante e imaginativo de simbolismo, que debe ser interpretado con sentido figurado. Su lenguaje es casi siempre evocativo, sugerente, connotativo. Es claro que su intención era de hablar simbólicamente, no literalmente. Juan de Patmos, por ejemplo, no tiene el menor reparo en asignar dos sentidos totalmente distintos al mismo símbolo; así las siete cabezas de la bestia son siete montes (Apoc 17:9) pero también siete reyes (17:10). Juan no se preocupa cuando produce simbolismos literalmente imposibles, como la lluvia de fuego y granizo mezclados con sangre (8:7), la mano con siete estrellas que en seguida se pone sobre la cabeza de Juan (1:16-17), una estrella que contamina la tercera parte de los ríos y fuentes del mundo (8:10), o un altar que habla (9:13; 16:7 NVI, BJ).

Entre los simbolismos más típicos de la literatura apocalíptica están los colores. Generalmente el blanco significa victoria y a veces lo celestial; el rojo o escarlata lo malo, la sangre, la guerra; el negro lo oscuro, la noche; el verde, la muerte, etc. Es importante no interpretar estos colores por los valores simbólicos que tienen hoy día para nosotros. Por ejemplo, lo malo en el Apocalipsis no es negro sino escarlata (sin nada que ver con el color de la piel); el verde no significa esperanza (como suele entenderse hoy) sino muerte (Apoc 6:8).

También los números son simbólicos: tres para Dios; cuatro para la naturaleza; seis para lo incompleto y a veces lo malo; siete para lo completo y perfecto, casi siempre bueno (excepto en su parodia por el dragón y la bestia); diez también es completo; doce señala al pueblo de Dios (12 patriarcas, 12 apóstoles). Las fracciones tienen un significado especial, como por ejemplo los tres años y medio: !no pasa de media semana! Una multiplicación añade al significado del dígito: 144,000 es el cuadrado de 12 por el cubo de 10. Cuando las cifras son simbólicas, no deben traducirse al sistema métrico ni a otras medidas, con lo que perderían su significado simbólico. Los únicos números en el Apocalipsis que no llevan valor simbólico son los precios de trigo y cebada en 6:6, donde tienen sentido económico de precios de la canasta básica.

Es especialmente común e importante el simbolismo de los animales, que suelen representar naciones o reyes poderosos. Generalmente los autores apocalípticos describen a los seres humanos como animales, a los ángeles como seres humanos (1 Enoc 87:2), y a los demonios como estrellas caídas (1 En 86:13). Su punto de partida está en Daniel, donde cuatro bestias surgidas del mar representan a cuatro imperios hostiles. Estos animales luchan, oprimen, y desaparecen del escenario. Son representaciones que dan una gran fuerza dramática, algo parecido a las caricaturas políticas de hoy (Rusia como oso, el dragón chino, el águila de los Estados Unidos). Con mucho humor, algunos escritos apocalípticos afirman que la carne de la gran bestia será el menú del banquete mesiánico (2 Esd 6:52; 2 Bar 29:4).

Uno de los primeros escritos apocalípticos, el "apocalipsis de los animales" (I Enoc 85-90, ca. 163-130 a.C.), es una exuberante orgía de alegorizaciones zoomorfas. Este sueño, recibido por Enoc antes de casarse con su esposa Edna, comienza cuando un toro blanco (Adán) sale de la tierra, seguido por una ternera (Eva) y dos becerros, uno negro y el otro rojo (Caín y Abel; 1 En 85:3). Con una novilla ese becerro negro engendró muchos toros negros (linaje de Caín; 85:5). Del primer toro y su ternera nació otro toro blanco que creció en un gran toro blanco (Set), que engendró muchos toros blancos (85:8-10). Después muchas estrellas caídas (ángeles) fecundaron a las novillas (Gén 6:1), que parieron elefantes, camellos y asnos (86:4).

En esa clave zoológica sigue a describir toda la historia judía hasta los macabeos. Noé nació un toro pero se volvió hombre; sus tres hijos eran toros, uno blanco, uno rojo y uno negro. El rojo y el negro engendraron leones, perros, cerdos y toda clase de criaturas repugnantes, y todos se mordían unos a otros (89:1-11). Al tiempo un toro blanco (Abraham) engendró un asno salvaje (Ismael) y un toro blanco (Isaac; 89:10-11). Ëste engendró un jabalí negro (Esaú) y una oveja blanca (Jacob), que engendró doce corderos (89:12). Y así sigue la historia: David y Salomón son ovejas, pero se convierten en carneros al ascender al trono (89:45,48). Los judíos son corderos; los opresores son fieras y aves de rapiña; los judíos apóstatas son corderos ciegos (89:74; 90:7). Un carnero, de quién brotó un enorme cuerno (Judas Macabeo, 90:9), luchó contra los enemigos de los corderos (90:11-17). Al fin vendrá un toro blanco (90:37, el Mesías), con grandes cuernos, que se convertirá en cordero y será venerado por todos los animales (90:30,37), Finalmente, todos los animales se transformarán en toros blancos, igual que Adán al principio (90:38).

La literatura apocalíptica a menudo se dedica también a los fenómenos cosmicos. Muchos de estos escritos muestran gran interés en la astronomía; "El libro del curso de las luminarias del cielo", ahora incorporado a 1 Enoc (72-82), es el ejemplo más antiguo. Muy comunmente los juicios divinos se describen como catástrofes naturales y cósmicas, de modo que cuando Juan incorporó este simbolismo en su libro (especialmente el sexto sello, 6:12-17, y las seis primeras trompetas, 8:6-9:20), eso era un simbolismo ya conocido por sus lectores. En ves de una revelación totalmente nueva, era una relectura de anteriores tradiciones apocalípticas. De hecho, ya desde las escrituras hebreas este simbolismo estaba muy presente en la escatología profética.
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Generalmente se atribuye a la literatura apocalíptica un dualismo, aunque es importante aclarar que es un dualismo ético (lucha entre el bien y el mal) y no metafísico (creencia en dos realidades últimas). Como ellos buscaban hallar esperanza o en lo trascendental (arriba; el cielo) o en lo escatológico (adelante, después de la intervnención divina final), estaban convencidos de que la realidad definitiva estaba en el cielo y no en la tierra (cf. Apoc 4-5). Al vidente se le permite saber lo que pasa en el cielo, y lo celestial determina lo terrestre e histórico. Lo que pasa arriba pronto pasará aquí abajo. Esto explica el gran énfasis en los viajes celestiales y en el papel de los ángeles. En la lucha entre los poderes celestiales del bien y del mal, no existe campo neutral; o estamos con Dios o estamos con el diablo. Negar al Señor significa pasar a las filas del mal. Nuestras opciones en esta lucha cósmica se medirán finalmente en juicios divinos.

Es importante destactar que las más de las veces los autores apocalípticos estaban intentando una escatología contextualizada, según entendían ellos la coyuntura histórica de su momento. La diferencia entre el género profético y el apocalíptico se debía precisamente a las nuevas circunstancias nacionales (helenización después de Alejandro Magno; los macabeos, la ocupación romana). Ya que escribían bajo el nombre de algún personaje antiguo, a veces comentaban sucesos contemporáneos como si fuesen sucesos bíblicos. Por ejemplo, Testamento de Judá 3-7 describe las guerras macabeas como una batalla de Judá y Dan (bajo el seudónimo de "amoritas") que luchan contra los "cananeos" (Charlesworth 1996:895). Diversos escritos interpretan la destrucción de Jerusalén por Tito como si fuera la de Nabucodonozor (4 Esdras, 2 Baruc).

Muchos de los escritos apocalípticos, a pesar de su supuesto dualismo, muestran una viva conciencia histórica. André Paul encuentra en estos autores "una auténtica ciencia de la historia" (1979:49,51). En vez de ver la historia sólo como una serie de acontecimientos aislados, señala Paul, la ven como una totalidad. A menudo ofrecen resúmenes históricos, con su correspondiente periodización. Ven el sentido de todo el proceso en su meta final, que suele ser un acto divino que restaura toda la creación (cf. el "punto Omega" de Teilhard de Chardin). A menudo es literatura de protesta, para tiempos de desesperanza. El mismo Apocalipsis de Juan, leído con un análisis histórico y socio-económico, enfoca una profunda teología de la historia y nos da uno de los análisis más profundos y críticos que tenemos del imperio romano a finales del primer siglo (Stam 1978/1979).

A menudo, aunque no siempre, los autores apocalípticos aplicaban su mensaje también en exigencias éticas, a veces también de compromiso histórico. Insistían en la piedad, la santidad y la justicia, especialmente ante las perspectivas del juicio divino. En 1 Enoc 101-104 y 2 Enoc 39-66, por ejemplo, Enoc vuelve del cielo para instruir y exhortar a sus hijos a practicar lo recto y lo justo. En el Testameno de los doce patriarcas, cada uno de los hijos de Jacob insta a sus propios hijos a cumplir la ley de Dios y arrepentirse de sus malos caminos (cf. 4 Esd 7:48-49).

George Ladd (1960:52-54) y otros analizan dos tendencias en la literatura apocalíptica: (1) la apocalíptica no-profética, que pretende escapar de la historia para refugiarse en el mundo venidero y (2) la apocalíptica profética, que insta a la fidelidad histórica a la luz del futuro escatológico, y cuyo representante más brillante es el último libro de nuestro Nuevo Testamento. Por eso, es un grave error usar el término "apocalíptico" como sinónimo de catastrófico y trágico (un terremoto u otro desastre). Lejos de cualquier entrega a la desesperación, el Apocalipsis de Juan es un llamado a la tenacidad (hupomonê, 1:9) y la fidelidad hasta las últimas consecuencias, seguros de que Jesucristo es el Señor.

Unas claves para entender mejor la literatura apocalíptica: Ya hemos insistido en que cada género literario tiene que ser leído e interpretado de acuerdo con sus propias reglas. El no entender eso, y el desconocer la literatura apocalíptica judía y su manera de pensar, ha sido la mayor causa de dificultades y confusiones en la interpretación del Apocalipsis de Juan. Aquí queremos mencionar, muy brevemente, algunas de las pautas y reglas de interpretación que nos enseña la literatura apocalíptica, para poder interpretar mejor el último libro de nuestra Biblia.

Claves
(1) Es importante tomar en cuenta que los escritos apocalípticos son literatura de la imaginación. No apelan en primer término al raciocinio lógico sino al don de la fantasía (entiéndase éste termino en el sentido de que no se refiere a algo sin valor moral, sino todo lo contrario). Por eso tenemos que acercarnos a ellos dispuestos a ponernos a imaginar junto con sus autores todo un mundo simbólico que las más de las veces se apartará del mundo "real" que conocemos cotidianamente, para introducirnos a realidades más profundas que el frío análisis intelectual es incapaz de percibir.

Para la mayoría de los adultos hoy, y de los cristianos en particular, los vastos continentes del mundo de la imaginación suelen ser terra incognita. Por eso estamos mucho más cómodos con Romanos o Marcos, con Salmos o aun con Amós, que con el Apocalipsis. Nos ayudaría considerablemente, como preparación para los escritos apocalípticos, dedicarnos a leer extensamente la literatura latinoamericana, con su realismo mágico, y contemplar el arte de Guayasamín y Picasso, Salvador Dalí y Frida Kahlo, Jerónimo Bosch, William Blake y El Greco.

(2) La literatura apocalíptica, y específicamente el Apocalipsis de Juan, apela directamente a los sentidos de percepción física. Nos llama a escuchar trompetas, truenos, arpas y coros; a ver cuadros pintados por palabras (es toda una galería de pinturas); a olfatear incienso y azufre y a saborear un rollo agridulce. Para leer a Romanos o a Marcos, no tengo que activar mis sentidos de oído, vista, olfato, gusto y tacto, pero si leo el Apocalipsis sin esos sentidos, se me va a escapar la mayor parte de su mensaje. Por eso, más que sólo explicar este libro, se trata de vivirlo, de experimentar personalmente sus emociones y su drama. Eso debe ser la manera primordial de interpretarlo.

(3) Ya que la literatura apocalíptica suele ser contextual, y a menudo literatura de protesta, es absolutamente indispensable interpretarla en constante relación directa con su contexto histórico original, y desde ahí, con nuestro actual contexto histórico. Todos conocemos el refrán, "el texto sin el contexo es un pretexto", y en general se suele aplicar más o menos bien con otros libros como Romanos o Marcos. Pero precisamente donde el contexto es mucho más crucial, con el Apocalipsis, se olvida el contexto histórico y se trata de interpretarlo como un libro de vaticinios en el aire, descontextualizado tanto ayer como hoy, con su única referencia en un futuro remoto y desconocido. El resultado, como señala Hanson, es el seudoapocalipticismo.

(4) En la literatura apocalíptica, las más de las veces el mensaje central viene en visiones o sueños. Nos toca activar la imaginación y lograr ver esa visión, asimilando sus diversos detalles en un solo cuadro coherente e integral. Entonces debemos buscar el mensaje en el cuadro total. Las palabras del Apocalipsis van pintando cuadros, y los cuadros hablan, como si fueran pinturas en una galería. Si tratamos de convertir cada detalle en alguna realidad literal, antes de ver y sentir el cuadro total, habremos dismembrado el cuadro y emasculado su fuerza visual y dramática. En las imágenes simbólicas del Apocalipsis, es perfectamente posible que un solo detalle tenga dos significados distintos (las siete cabezas son siete montes, y son siete reyes, 17:9-10) e igualmente posible que algún detalle no tenga ningún referente externo sino que sea simplemente un detalle pictórico del cuadro.
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(5) Por su propio género literario y por los muchos siglos que han pasado, los libros apocalípticos (incluso el de Juan) iuncluyen detalles que ahora no podemos descodificar, porque hemos perdido las claves de interpretación. Eso no debe sorprendernos, ya que se trata de escritos con códigos mucho más sutiles (algo así como nuestras caricaturas políticas o como los chistes) que en aquel entonces los lectores entendían pero que hoy no son siempre explicables. Sin embargo, lo impresionante del Apocalipsis de Juan es que a pesar de esos detalles (las espinas del pescado), no hay ni un solo pasaje cuyo sentido no esté al alcance del lector moderno. Esos detalles nos asustan y nos distraen, pero casi siempre podemos entender el párrafo sin ellos. Por eso tenemos que buscar el mensaje central de cada pasaje, tratando de captar lo que el autor decía a sus comunidades a finales del primer siglo. Debemos recordar que Juan era un pastor y se preocupaba por comunicarse con las necesidades de su pueblo. No les iba a hablar enigmas oscuras que sólo les confundiría.
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Una vez que hayamos enfocado el mensaje central de pasaje (no sólo el sentido de un solo detalle o de un solo versículo), debemos preguntarnos sobre el sentido de ese mensaje para nosotros hoy. En eso también debemos proceder, no tanto de los detalles por separados, sino del mensaje en su conjunto, a ver que nos dice hoy. La acutalización contexutalizada consistirá en buscar el mensaje del mensaje, lo que aquel mensaje antiguo nos puede decir hoy. Por ejemplo, para interpretar al Apocalipsis 13, no nos dejaremos perder en especulaciones sobre "666" sino buscaremos entender primero el mensaje de Juan, lo que está diciendo a las iglesias sobre el poder político (la primera bestia), religioso (el falso profeta) y económico (bloqueo comercial, 13:17), y después analizaremos nuestro contexto hoy para ver donde aparecen parecidas estructuras de poder. Al analizar los "siete colinas" de 17:9, veremos que es una clara referencia a la ciudad de Roma, por su apodo más conocido, y entenderemos ese detalle en el contexto del mensaje global de Juan sobre el poder imperial. Entonces para actualizarlo, no pregutaremos primordialmente cuales ciudades hoy están sobre siete colinas (actualización de un detalle), sino preguntaremos cuáles gobiernos y sistemas reproducen hoy los modelos de la antigua Babilonia (Roma), lo que nos dará "el mensaje del mensaje".
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(6) Es importante recordar que las visiones no son necesariamente literales. Su forma narrativa y sus detalles dramáticas fácilmente dan la impresión de que las cosas van a pasar exáctamente como se describen. Pero ya hemos visto que la literatura apocalíptica utiliza esencialmente el lenguaje simbólico. Mientras otros géneros priorizan el lenguaje literal, en este género la primera sospecha es que sea simbólico al menos que otras razones indican lo contrario. En el Apocalipsis de Juan, muchos pasajes deben entenderse simbólicamente aunque no traigan lenguaje comparativo ("como", "parecía", etc). En 19:11-15, Juan dice que apareció un caballo en el cielo y Cristo vino montado a caballo, sin nada de términos de comparación, pero es obviamente simbólico (la segunda venida no será a caballo).

Dos obstáculos dificultan hoy nuestra buena comprensión del lenguaje simbólico del Apocalipsis. Primero, nuestra mentalidad moderna y occidental tiende a ser muy literalista. Segundo, por el gran respeto que tenemos hacia la Bibla y por creer en su inspiración divina, asumimos equivocadamente que somos más piadosos, o expresamos mayor fe, cuando tomamos las cosas al pie de la letra. !Pero al contrario! Respetamos más al texto cuando lo entendemos como es, y como simbólico las muchas veces que su sentido original es simbólico. (Jesucristo es el Cordero de Dios, pero no tiene cuatro patas, cuernos y lana). Eso no es negar el sentido del texto sino serle fiel. Pasajes como 17:9-10 y 19:11-15 muestran que Juan mismo estaba plenamente consciente de estar hablando con lenguaje simbólico.

Por supuesto, hay muchas enseñazas en el Apocalipsis que no son simbólicas y no deben alegorizarse. Se trata de determinar fielemente el sentido y el mensaje de cada pasaje. Pero debemos liberarnos del prejuicio equivocado, y de hecho anti-bíblico, de que la interpretación literal merece alguna preferencia a priori o que revela más piedad o más fe. De hecho, grupos como los mormones y los testigos de Jehová son mucho más literalistas que el fundamentalista más recalcitrante. La meta en la interpretación bíblica, y del Apocalipsis, es ser fiel al mensaje revelado, sea de sentido literal o sea de sentido simbólico.

(7) Puede sorprender a algunos darse cuenta también que las visiones no son necesariamente predictivas. En los relatos de visiones, los verbos suelen aparecer en tiempo pasado, no futuro, porque se refieren al momento en que el autor apocalíptico había recibido la visión. Generalmente hay poco o nada en el relato para indicar que esté anunciando algo que vaya a pasar en el futuro. Muchas visiones en el Apocalipsis simplemente describen verdades espirituales sin pretender predecir sucesos futuros. La visión del hijo de hombre (Apoc 1), del trono y el Cordero (Apoc 4-5) y de la media hora de silencio (8:1-4), no deben entenderse como predicciones de futuros acontecimientos. Si el lector opta por interpretar las visiones de las trompetas y las copas como vaticinios de sucesos futuros específicos, eso es decisión de ese intérprete a menos que demuestre del mismo texto que la visión tuviera una intención predictiva.
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Un ejemplo dramático de este hecho es la interpretación del "666" de Apocalipsis 13:16-18. Casi todo el mundo cree que esto anuncia una futura acción de la bestia (que ellos identifican con el Anticristo) al final de la historia. Sin embargo, Juan claramente identifica a la bestia con el imperio romano de su propia época (17:9-11), y en 13:16 los verbos son pasados ("puso a todos una marca") sin nada que indique que se refiere necesariamente a una acción futura. Es más coherente, en este caso, entenderlo como una descripción en visión del poder económico del falso profeta (probablemente el Sumo Sacerdote del emperador en su templo en Efeso) o simplemente una descripción general de la estrangulación económica de sistemas imperialistas. Eso estaría más de acuerdo con el género literario apocalíptico y con los datos del pasaje, y sería un mensaje pastoral y práctico para sus comunidades
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Aporte de la literatura apocalíptica: tres ejemplos: Hay evidencias convincentes de que los autores bíblicos conocían la literatura apocalíptica. Muchos de los términos e ideas del Nuevo Testamento se aclaran por ver su trasfondo en el mundo de los autores intertestamentarios: hijo de hombre, Mesías, reino de Dios, el hombre de maldad, el Anticristo, la resurrección, el juicio final, nueva creación y nueva Jerusalén. Judas alude expresamente a 1 Enoc en v.6 (cf. 1 En 6:1-12; 10:4-6,12) y v.14 (1 En 1:9), y en su v.9 aparentemente alude a un texto perdido de Asunción de Moisés. En 2 Pedro aparecen muchos de los mismos temas y argumentos de Judas, pero sin referencias directas a la literatura extra-canónica.

Para ser más específicos, veamos tres casos del Apocalipsis en que la literatura apocalíptica aclara el sentido del pasaje:

(1) Apocalipsis 2:17 promete "el maná escondido", frase que no se puede aclarar adecuadamente del Antiguo Testamento. Pero una tradición judía afirmaba que cuando el templo fue destruido por Nabucodonosor, Jeremías (2 Mac 2:4-6; o un ángel 2 Bar 6:5-10) escondió el maná del arca en una cueva, donde Dios lo estaba conservando hasta los días del Mesías. Oráculo Sibilino (7:149) promete qne al venir el Mesías, los fieles "comerán con blancos dientes el maná cubierto de rocío" (cf. OrSib 3:622-3, 5:283-285 y 8:203-205). Un escrito contemporáneo del Apocalipsis lo describe con más detalle:

La tierra dará su fruto diez mil veces más, sobre cada vid habrá mil ramas y cada rama producirá mil racimos, y cada racimo producirá mil uvas, y cada uva producirá un coro de vino [220 litros]. Y los que habían pasado hambre se gozarán, y verán maravillas todos los días. Vientos saldrán de delante de mí a llevar cada mañana fragancia de frutas aromáticas, y a final del día nubes destilarán el rocío de salud. Y pasará que en ese mismo tiempo los tesoros del maná volverán a descender de lo alto, y comerán de él en esos años, porque son los que han llegado a la consumación del tiempo (2 Baruc 29:3-8).

Es muy probable que Juan alude a esta veta de la tradición apocalíptica con su frase "el maná escondido".

(2) Quizás el más grande rompecabezas del Apocalipsis es el misterioso "666" de 13:18. Nada en el Antiguo Testamento nos ayuda a entender este número símbolico, pero podemos encontrar una clave valiosa en la literatura apocalíptica. Estos autores antiguos utilizaban mucho un método hermenéutico llamado gematría (o "guematría"), que se basaba en la suma de los valores númericos de las letras de determinado nombre. Los hebreos y los griegos no tenían números (dígitos), como los que heredamos de los árabes, sino tenían que utilizar las letras del alfabeto como números. Y entonces les interesaba sacar la suma matemática de las letras de un nombre, casi a modo de un apodo. Para dar un ejemplo muy sencillo, el nombre "Aba" sumaría cuatro (1+2+1) o como "Abba" sería seis (1+2+2+1). En una pared entre las ruinas de Pompeya, ha aparecido un romántico mensaje que dice, "amo a aquella cuyo número es 545" (Coenen 1983 tomo 3:183).

Es muy interesante encontrar en un escrito contemporáneo con Juan de Patmos, Oráculos Sibilinos 5, un resumen de "la desdichada historia de la raza latina" desde los tiempos de Alejandro Magno hasta el emperador Adriano, que no nombra a ninguno de los emperadores sino los identifica por el valor númerico de la letra inicial de su nombre:

5:12: el primero de los caudillos, la suma de cuya letra inicial será de dos veces
diez (César),
5:14: y tendrá su primera letra correspondiente a la decena (Julio);
5:15: tras de él ha de gobernar aquel a quien correspondiere la primera de las
letras (Augusto);
5:21: [el siguiente] tendrá la inicial del número trescientos (Tiberio) …
5:28: El que tiene por inicial el número cincuenta [Nerón] será soberano, terrible
serpiente…
5:40: un hombre de cabello ceniza con la inicial del cuatro [Domiciano], etc, hasta
Adriano.

Un pasaje de Oráculos Sibilinos 1, de claro origen cristiano, utiliza la gematría para designar a Cristo con el número de 888:

Entonces el hijo del Dios poderoso llegará hasta los hombres, hecho carne…Tiene cuatro vocales y en él se repite la consonante. Yo te detallaré la cifra total: ocho unidades, otras tantas decenas sobre aquellas, y ocho centenas que a los hombre incrédulos revelarán su nombre… (1:323-330)

Los detalles y la suma corresponden al nombre Iêsous (10+8+200+70+400+200). Esto parece ser el paralelo m;as cercano al Apocalipsis 13:18, tanto por el tipo de gematría como también por el contraste entre Cristo y la bestia. Cristo es más que perfecto (777 más 111); la bestia pretende ser perfecto pero queda corto en un triste 666.

Aunque este trasfondo no llega a precisar la identidad de aquel cuyas letras suman 666 (o la variante textual, 616), da fuertes razones de suponer que 13:18 es un caso de gematría. Con las debidas reservas, la mayoría de los intérpretes ven una referencia a "César Nerón" en letras hebreas (QSR NRWN: 100+60+200 +50+200+6+50; cf. Coenen 1983 tomo 3:184).

(3) Otro pasaje sumamente debatido ha sido el del reino milenial (Apoc 20:1-6). El pasaje es muy oscuro y controversial, y el resto de las evidencias bíblicas tampoco nos da mucha ayuda. Pero encontramos numerosos pasajes parecidos en la literatura apocalíptica y rabínica que distinguen entre un reinado mesiánico, de duración limitada, y el reino final de Dios (cf. Díez Macho 1984 tomo 1:376-388). Ese reino mesiánico se entiende como intrahistórico (dentro del tiempo de la historia humana) y sobre esta tierra. Esta veta de tradición ofrece tres paralelos con Apocalipsis 20: (1) Satanás es atado por un tiempo determinado; (2) hay un reino penúltimo e interino de paz y justicia (usualmente, mesiánico), también por un tiempo limitado y (3) al final Satanás (o Beliar, etc) será soltado para un asalto final, en el que será derrotado y destruido. Todos esos elementos abundan en la literatura judía.
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Pasajes apocalípticos muy antiguos describen un reino de perfecta paz y justicia en esta tierra, dentro del tiempo y la historia, previo al reino eterno de Dios (Jubileos 23:16-30; 1 Enoc 91:1-14; 93:12-17; 96:8; Salmos de Salomón 17:26-46; 18:1-12). En 2 Enoc, contemporáneo con Juan de Patmos (ca. 70 d.C.), el autor proyecta los siete días de la creación en siete épocas de la historia de mil años cada una. En el séptimo período de mil años Dios bendice toda su creación (32:2) , y el octavo (la eternidad) será de descanso y un volver a la creación ("para que el octavo día fuera el primero…para que el día del domingo pueda repetirse indefinidamente" 33:1). Parece que el séptimo día significa un penúltimo sábado, que duraría mil años, antes de la eternidad (octavo día).

De aproximadamente la misma época, la tercera visión de 4 Esdras (ca. 90 d.C.) plantea claramente un reino mesiánico, en la tierra, de duración limitada y previo a la eternidad. El texto precisa que durará específicamente 400 años: "Mi hijo el Mesías será revelado con los que lo acompañan, y los que quedan se regocijarán por 400 años" (7:28; cf Gén 15:13). Al final de ese período el Mesías morirá, junto con todos los vivientes, y por siete días el mundo vuelve a su silencio original. Después seguirán la resurrección y el juicio final, que durará siete años (7:43). El escrito no parece conocer otras funciones del Mesías. Las diferencias con el Apocalipsis son muy grandes e importantes, pero este texto apocalíptico es otro testimonio de la existencia de tradiciones de un reinado mesiánico penúltimo.

Díez Macho ha llamado a 2 Baruc (90-100 d.C.) "el libro que mejor refleja la doble concepción: reino mesiánico en este mundo y reino de Dios en el mundo futuro del más allá", separados para la resurrección general (1984 tomo 1:379). El autor describe el reino mesiánico preliminar como "el tiempo de mi Ungido" (72:2; 30:1; cf 29:3), cuando "el gozo será revelado y el descanso aparecerá, y la salud descenderá como rocío, y la enfermedad desaparecerá, y el temor y la tribulación pasarán de entre los humanos, y la alegría envolverá a la tierra. Y nadie morirá prematuramente" (73:2). El bello pasaje citado arriba (2 Bar 29:4) describe también las bendiciones de este período.

Todos estos documentos contemplan un reino mesíanico, en esta tierra, con principio y fin, seguido después por el reino eterno de Dios. En 2 Enoc se le asigna mil años, igual que en el Apocalipsis; en 4 Esdras es de 400 años. En los escritos rabínicos, posteriores al Nuevo Testamento pero sin duda con raices en tradiciones de esa época, proliferan los comentarios sobre ese reino mesiánico, al que casi siempre se le asigna un período definido de duración. Con interpretaciones alegóricas de las escrituras hebreas, los rabinos ofrecen la más exuberante variedad de cálculos del tiempo de ese reinado: 40 años, 60 años, 70, 90, 100, 354 años, 365, 400, 600, 1000, 2000, 2460, 4000, 6000, 7000, y hasta 365,000 años (Strack Billerbeck 1926 tomo 3:824; Ford 1992:832).

Si sólo una parte de esas interpetaciones circulaban en tiempos de Juan, nuestro profeta tenía mucha tradición en que basar su propia versión y muchos cálculos entre los que podía escoger. De esa increíble multiplicidad de cálculos, como de todas las evidencias al respecto, podemos concluir que estas expectativas de un reino mesiánico (un "milenio" de la duración que fuera) estaban muy extendidas, pero también que los cálculos de su duración (como los "mil años" de Apocalipsis 20) no se entendían literalmente.
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Fuentes apocalípticas describen también la atadura de Satanás (Beliar, Semihazeh, etc), por un período limitado, a veces como preparación para el reino mesiánico (cf. Apoc 20:1-3) En 1 Enoc 10:4-8 Azazel es encadenado de manos y pies, echado en un hoyo en el desierto, y Dios manda tapar el hoyo con piedras ásperas y agudas (10:5; cf. 13:1), hasta el día de juicio cuando será lanzado al fuego (10:6). Dios ordena a Miguel atar al ángel caído Semyaza bajo los collados por setenta generaciones, hasta su juicio final cuando será enviado al abismo de fuego (10:12; cf. 18:16). Los astros que cayeron están atados por diez millones de años (21:6; cf. 18:16; 90:23). También según Testamento de Leví, el Mesías ("un nuevo sacerdote", 18:4) atará a Beliar (18:12) y habrá paz y alegría en la tierra (18:4,13-14). No habrá más pecado (18:9) y el Mesías abrirá las puertas del paraíso a los fieles (18:10-11).

Es evidente que había mucha tradición judía detrás de Apocalipsis 20:1-10, que algo de esa tradición era conocido por Juan, y que él escribió aquí para ayudar a los cristianos de Asia Menor a entender dicha tradición. Pareciera que uno de los propósitos de Juan era el de dar para los fieles una relectura de las diferentes corrientes de pensamiento apocalíptico que circulaban. En este caso, bien hubiera podido no hacerle caso a las tradiciones de un reinado mesiánico preliminar, o hubiera podido rechazarlas y refutarlas. Parece que optó más bien por reinterpretarlas cristológicamente.

Conclusión: Los estudiosos de la Biblia hemos recibido tres bendiciones muy especiales en el último siglo y medio. Una, desde finales del siglo XIX, fue el descubrimiento de miles de papiros, mayormente en las cálidas arenas de Egipto. Estos ayudaron inmensamente a la crítica textual del Nuevo Testamento a lograr un texto griego mucho más fiel y aportaron mucha información importante para la interpretación bíblica. La segunda bendición, ya muy famosa, consistió en los valiosísimos documentos de la comunidad de Qumran. Hoy día, sería una irresponsabilidad pecaminosa pretender interpretar la Biblia de espaldas a todos estos nuevos conocimentos que iluminan y aclaran el texto inspirado.
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Pero para entender los textos apocalípticos de la Biblia, una tercera riqueza es igualmente significativa y útil. En ese mismo siglo y medio se han descubierto, reconstruído textualmente, publicado e interpretado los escritos apocalípticos, muchos de los cuales eran parte del mundo de Juan de Patmos y de su mentalidad. Nuestro libro de Apocalipsis pertenece a este género literario y sigue sus reglas de interpretación. Si queremos entender el último libro de nuestra Biblia, nos conviene tomar muy en cuenta esta vasta biblioteca con su mundo mágico de imágenes, y aprender a interpretar el libro de Apocalipsis conforme a su género literario. Eso es parte de nuestra fidelidad a la palabra inspirada de nuestro Dios.


Reflexión sobre los merecedores

Reflexión
Sabemos que cada día día miles y miles de seres humanos nacen en este bello planeta. Cómo se estudió hace tiempo, cada ser humano es único e irrepetible en toda la eternidad. Cada vida, cada personalidad no procede de la casualidad sino que ha sido proyectada por nuestro Padre Celestial. Así también cada día miles de seres humanos mueren. La generación de humanos que nació y vivió la I y II Guerra Mundial ya está practicamente desaparecida. Toda Europa y gran parte de Asia experimentó una tribulación sin precedentes junto a exterminios en masa (incluyendo canibalismo, bombas atómicas y campos de concentración entre otras maldades). Los inicuos o malvados de aquella generación podrían haber sido los más indicados para recibir un Juicio destructivo de Dios para colocar las "cosas en órden", pero no ocurrió.

Hoy ya esa generación ha desaparecido, los malvados murieron y millones de seres humanos nacieron en los años posteriores, y siguen naciendo millones, millones de niños, proyecciones del buen Dios. ¿Por qué este Creador y Padre ahora decidiría exterminar a gran parte de la humanidad actual que él mismo ha proyectado? ¿Por qué no realizó una intervención en épocas mucho más crueles y oscuras? 

Y así cada día, miles nacen, y cada día mueren miles. Los inicuos de hoy, mañana estarán muertos y así seguirá. En 1975 se creía en un fin terminal, pero muchos de esos inicuos ya han perecido, y millones han nacido.

Al parecer el mejor mecanismo para eliminar a los inicuos es que simplemente cosechan en su vida los malos frutos y la muerte los extingue como "la hierna verde" que desaparece. Este mecanismo natural siempre ha sido y es la realidad de cómo ocurren las cosas. Creer que nuestra época es singular es una falacia mental. Todas las generaciones en su estado presente también lo han creído.

En una ocasión un testigo de Jehová sincero alcanzó a captar esta cuestión (que necesita cierta agudeza conceptual) y me dijo:

"Sabes, siempre se nos ha animado a creer que el fin no viene por que aún hay merecedores, y por que no se ha predicado a muchas personas, posibles merecedores..... pero el problema es que hace 15 años nacieron jóvenes, y hoy me los encuentro en el ministerio, y veo que hay algunos que desean estudiar la Biblia, ésto hace que cada año, aparezcan más merecedores, porque cada año nacen más niños, que llegarán a la adolescencia en pocos años....entonces siempre habrán merecedores que aparecen y por lo tanto el fin no llegará nunca, o tal vez no hemos entendido el objetivo verdadero de la predicación".

Ante esa lógica aplastante, guardé silencio y asentí con la cabeza.

jueves, 27 de septiembre de 2012

Sobre Mateo y el género apocalíptico


Mat 10:23 Cuando los persigan en una ciudad, huyan a otra; porque en verdad les digo: De ninguna manera completarán el circuito de las ciudades de Israel hasta que llegue el Hijo del hombre.

El pasaje citado realiza una afirmación de Jesús sumamente extraña. Le dice a sus discípulos que antes que completen la predicación de las ciudades de Israel el Hijo del Hombre volvería en su Parausía....

¿Volvería Jesús en el siglo I? ¿Dijo eso en realidad? ¿Se equivocó? ¿Indujo a sus apóstoles a una falsa ilusión con esas palabras? ¿O representa más bien la creencia o deseo del escritor de dicho versículo?  No olvidemos que los fragmentos más antiguos contienen elementos de Mat. 1:1-9, 12, 14-20, Mat. 26:19-52, Mateo 20-21 y 25-26.

Carecemos del capítulo 10 (con la referida frase muy ligada a una visión judía de la Parausía), el capítulo 13 (que contiene al parecer inserciones en las parábolas del trigo y la mala hierba) y el capítulo 24 (con una mezcla de una tribulación judía y Parausía). Estos capítulos no aparecen en los fragmentos P1 y P45. Por lo tanto, no tenemos una base comparativa.

¿Es posible una adición del género apocalíptico judío (apócrifo), una especie de parafrásis insertada?

Cuando analizamos Mateo 10:23 (con un fuerte contenido de Parausía vinculada a la era de los apóstoles) con Mateo 13: 36-43 (que contiene una explicación de la Parábola del trigo y la mala Hierba) con Mateo 24 (que narra una tribulación judía con una Parausía) notamos que éstos capítulos (que curiosamente no están en los fragmentos referidos) nos entregan una visión muy apocalíptica judía.

El género literario de la Apocalíptica judía (con decenas de apócrifos que usan un lenguaje semejante al "fuego y azufre", "crujir de dientes", etc)  se incopora en la literatura cristiana hasta mediados del siglo II y expresan, por medio de símbolos y complejas metáforas, la situación de sufrimiento del pueblo judío o de los seguidores de Cristo y su esperanza en una intervención mesiánica salvadora o en el caso de la apocalíptica cristiana en la Parusía o segunda venida de Cristo.

Una de las constantes de la corriente apocalíptica es la figura del elegido de Dios para conducir la historia a un final donde se reivindique la causa de Dios mediante un juicio que sancione los comportamientos humanos, individuales y comunitarios. La figura de este elegido -Mesías- no es tratada uniformemente en todos los escritos, pero siempre aparece como un personaje cercano a Dios. Junto a su perfil religioso, el mesianismo apocalíptico aparece revestido de una fuerte connotación político-nacionalista.

El investigador Domingo Montero reconoce que en las Biblias modernas, notamos la inserción de pasajes o elementos de la literatura del género Apocalíptica:

Los escritos neotestamentarios no son ajenos a la mentalidad y el lenguaje apocalípticos. A modo de ejemplo, además del libro del Apocalipsis, pueden citarse otros ejemplos en los Evangelios. Estas afinidades muestran cómo la literatura bíblica neotestamentaria no es algo desconectado de los movimientos culturales y religiosos del entorno, aunque tampoco se identifique con ellos.


miércoles, 26 de septiembre de 2012

Sobre los manuscritos y fragmentos

En la entrada anterior se comentaba como las Biblias actuales revisadas (como afirma ser la T.N.M) son el producto de los manuscritos con frases y letras entrecortadas, de poco tamaño y muy fragmentados. Estos fragmentos-manuscritos luego son unidos a los textos más completos de los Códices bíblicos  muy posteriores como el Sinaítico del siglo IV o el Códice Vaticano del siglo IV.  Entonces se procede a llenar las lagunas de los fragmentos con  éstos Códices o Biblias Medievales. Ahora, de los miles de fragmentos son considerados como sobresalientes éstos, que estarían supuestamente más cerca de los posibles originales desaparecidos:

Escrituras Griegas Cristianas

Nombre del manuscrito Oxyrhynchos 2
Símbolo P1
Fecha Siglo III E.C.
Idioma Griego
Ubicado  hoy en Filadelfia, Pa. (E.U.A.)
Contenido aproximado Mat. 1:1-9, 12, 14-20

Nombre del manuscrito Oxyrhynchos 1228
Símbolo P22
Fecha Siglo III E.C.
Idioma Griego
Ubicado en Glasgow, Escocia
Contenido aproximado Fragmentos de Juan, caps. 15, 16

Nombre del manuscrito Michigan 1570
Símbolo P37
Fecha Siglos III/IV E.C.
Idioma Griego
Ubicado en Ann Arbor, Mich. (E.U.A.)
Contenido aproximado Mat. 26:19-52

Nombre del manuscrito Chester Beatty 1
Símbolo P45
Fecha Siglo III E.C.
Idioma Griego
Ubicado en Dublín, Irlanda; Viena, Austria
Contenido aproximado Fragmentos de Mateo 20-21 y 25-26; Marcos 4-9 y 11-12; Lucas 6-7 y 9-14; Juan 4-5 y 10-11; y los Hechos 4-17.

Nombre del manuscrito Chester Beatty 2
Símbolo P46
Fecha Siglo III E.C.
Idioma Griego
Ubicado en Dublín, Irlanda; Ann Arbor, Mich. (E.U.A.)
Contenido aproximado Nueve cartas de Pablo
Ejemplos de uso en la Rom. 8:23, 28; 1 Cor. 2:16 en la Traducción del Nuevo Mundo

Nombre del manuscrito Chester Beatty 3
Símbolo P47
Fecha Siglo III E.C.
Idioma Griego
Ubicado en Dublín, Irlanda
Contenido aproximado Rev. 9:10–17:2

Nombre del manuscrito Rylands 457
Símbolo P52
Fecha c. 125 E.C.
Idioma Griego
Ubicado en Manchester, Inglaterra
Contenido aproximado Juan 18:31-33, 37,38

También están los manuscritos Bodmer del siglo III/IV con fragmentos de Judas, las cartas de Pedro, y la mayor parte de Lucas y Juan.

Estos ejemplos, nos ofrecen  algunas conclusiones solo con respecto a los Evangelios:

1- Que a parte del fragmento Raylands (citado en la entrada anterior), no hay ningún fragmento más antiguo.

2- Que solo el Evangelio de Juan es el más autentificado en cuanto a antigüedad y material más completo en dónde hay diferentes fragmentos comparativos. Sobre Lucas tenemos a los fragmentos Bodmer, aunque Bodmer se parece más al Códice Vaticano en su textualidad.

3- Qué tenemos poco material comparativo sobre Marcos y especialmente Mateo. Sabemos que el manuscrito P1 y P45 son del siglo III, y solo nos ofrecen parcialmente éstos textos: Mat. 1:1-9, 12, 14-20,  Mat. 26:19-52, Mateo 20-21 y 25-26.

Cómo notamos, tenemos capitulos enteros desaparecidos del libro de Mateo, y no tenemos material comparativo. Además, como sucede con la mayoría de éstos fragmentos, éstos están dañados, contienen frases mutiladas o son muy borrosos, y se realizan transliteraciones aproximadas basadas en otras Biblias modernas. Además, éstos fragmentos (por ejemplo de Mateo) correponden al siglo III, una época en que el genéro literario Apócrifo Apocalíptico estaba en augue.

martes, 25 de septiembre de 2012

Un rompecambezas con cientos de lagunas

Según Robert W. Funk existen muchas variantes en los manuscritos griegos del Nuevo Testamento, algunas son variantes menores sin trascendencia, pero también hay cambios significativos. Él asegura:

"Se ha estimado que hay más de 70.000 variantes significativas en los manuscritos griegos del Nuevo Testamento. Tal montaña de variaciones ha sido reducida a un número manejable por las ediciones críticas modernas que ordenan, evalúan y eligen entre la miríada de posibilidades. Las ediciones críticas del Nuevo Testamento griego utilizadas por eruditos son, de hecho, creaciones de los críticos textuales y editores. No son idénticas a ninguno de los manuscritos antiguos sobrevivientes. Son una composición de muchas versiones distintas".

Frederic Kenyon también comentó que "la autenticidad como la integridad general de los libros del Nuevo Testamento pueden considerarse finalmente establecida. No obstante, integridad general es una cosa, y certeza en cuanto a detalles es otra".

Para que tengamos una idea de lo que dicen éstos expertos podríamos ilustrarlo así:

Un gran rompecabezas pierde una cantidad considerable de piezas. Al pasar los años se intenta armar dicho rompecabezas basándonos en un rompecabezas similar y llenando dichas lagunas con piezas que provienen del rompecabezas semejante. Sin embargo, el problema es que hay muchos otros rompecabezas que también alegan ser una versión para armar el dibujo, pero que tienen diferencias con las otras versiones. Esto genera que se haga una selección puramente humana para armar la gran pintura final.

Lo mismo ocurre con la restauración de las Escrituras. Desde Jerónimo y durante la Edad Media se publicaron varias Biblias. Pero ha surgido la duda sin son reflejos fieles de las copias más antiguas. En épocas recientes al encontrarse fragmentos (algunos son simples pedazos del tamaño del palmo de una mano con pocas frases)  mucho más antiguos que las Biblias Medievales. Estos trozos solo han servido parcialmente para corroborar las traducciones modernas, pero han presentado el problema de las diferencias entre ellos mismos, y por ende, con las  Biblias posteriores. Después de una discusión y consenso arbitrario sobre que papiros son más creíbles,  finalmente los editores llenan las lagunas de éstos manuscritos y fragmentos con las piezas de las Biblias Medievales. Así, se supone que se llega más o menos a una edición cercana a lo que pudo ser la verdad.

Póngamos un ejemplo, el del Papiro P52 Raylands, considerado el manuscrito más antiguo de las Escrituras Griegas (fotografía) fechado entre el año 125 y 160 observamos un ejercicio:

Texto del Fragmento

Papiro P52, recto
Texto griego, transliteración al alfabeto latino y traducción al español. Se han marcado en negrita y con remarcado las letras que se pueden leer en el papiro P52.

Evangelio de Juan 18: 31-33 (anverso)
ΟΙ ΙΟΥΔΑΙΟΙ ΗΜΙΝ ΟΥΚ ΕΞΕΣΤΙΝ ΑΠΟΚΤΕΙΝΑΙ
OYΔΕΝΑ ΙΝΑ Ο ΛΟΓΟΣ ΤΟΥ ΙΗΣΟΥ ΠΛΗΡΩΘΗ ΟΝ ΕΙ-
ΠΕΝ ΣΕΜΑΙΝΩΝ ΠΟΙΩ ΘΑΝΑΤΩ ΗΜΕΛΛΕΝ ΑΠΟ-
ΘΝΕΣΚΕΙΝ ΕΙΣΗΛΘΕΝ ΟΥΝ ΠΑΛΙΝ ΕΙΣ ΤΟ ΠΡΑΙΤΩ-
ΡΙΟΝ Ο ΠΙΛΑΤΟΣ ΚΑΙ ΕΦΩΝΗΣΕΝ ΤΟΝ ΙΗΣΟΥΝ
ΚΑΙ ΕΙΠΕΝ ΑΥΤΩ ΣΥ ΕΙ ΒΑΣΙΛΕΥΣ ΤΩΝ ΙΟΥ-
ΔΑΙΩN
Texto griego.
OI IOUDAIOI ĒMIN OUK EXESTIN APOKTEINAI
OUDENA INA HO LOGOS TOU IĒSOU PLĒRŌTHĒ ON EI-
PEN SĒMAINŌN POIŌ THANATŌ ĒMELLEN APO-
THNĒSKEIN EISĒLTHEN OUN PALIN EIS TO PRAITŌ-
RION HO PILATOS KAI EFŌNĒSEN TON IĒSOUN
KAI EIPEN AUTŌ SY EI O BASILEUS TŌN IOY-
DAN
Transliteración.
Los judíos replicaron: «Nosotros no podemos dar muerte a nadie». Así se cumpliría lo que había dicho Jesús cuando indicó de qué muerte iba a morir. Entonces Pilato entró de nuevo al pretorio y llamó a Jesús y le dijo: «¿Eres tú el Rey de los judíos
Traducción al español.
Evangelio de Juan 18, 37-38 (reverso)

Papiro P52, verso
ΒΑΣΙΛΕΥΣ ΕΙΜΙ ΕΓΩ ΕΙΣ ΤΟΥΤΟ ΓΕΓΕΝΝΗΜΑΙ
ΚΑΙ ΕΙΣ ΤΟΥΤΟ ΕΛΗΛΥΘΑ ΕΙΣ ΤΟΝ ΚΟΣΜΟΝ ΙΝΑ ΜΑΡΤΥ-
ΡΗΣΩ ΤΗ ΑΛΗΘΕΙΑ ΠΑΣ Ο ΩΝ ΕΚ ΤΗΣ ΑΛΗΘΕΙ-
ΑΣ ΑΚΟΥΕΙ ΜΟΥ ΤΗΣ ΦΩΝΗΣ ΛΕΓΕΙ ΑΥΤΩΟ ΠΙΛΑΤΟΣ ΤΙ ΕΣΤΙΝ ΑΛΗΘΕΙΑ ΚΑΙ ΤΟΥΤΟ
ΕΙΠΩΝ ΠΑΛΙΝ ΕΞΗΛΘΕΝ ΠΡΟΣ ΤΟΥΣ ΙΟΥ-
ΔΑΙΟΥΣ ΚΑΙ ΛΕΓΕΙ ΑΥΤΟΙΣ ΕΓΩ ΟΥΔΕΜΙΑΝ
ΕΥΡΙΣΚΩ ΕΝ ΑΥΤΩ ΑΙΤΙΑΝ
Texto griego.
BASILEUS EIMI EGW EIS TOUTO GEGENNĒMAI
KAI EIS TOUTO ELĒLYTHA EIS TON KOSMON INA MARTY-
RĒSŌ TĒ ALĒTHEIA PAS HO ŌN EK TĒS ALĒTHEI-
AS AKOUEI MOU TĒS FŌNĒS LEGEI AUTŌ
HO PILATOS TI ESTIN ALĒTHEIA KAI TOUTO
EIPŌN PALIN EXĒLTHEN PROS TOUS IOU-
DAIOUS KAI LEGEI AUTOIS EGŌ OUDEΜIAN
HEURISKŌ EN AU AITIAN
Transliteración.
«Sí, como dices, soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi voz». Le dice Pilato: «¿Qué es la verdad?» Y, dicho esto, volvió a salir donde los judíos y les dijo: «Yo no encuentro ningún delito en él».
 
No olvidemos que solamente las letras en negrita y remarcadas son las que se observan en el fragmento. Las palabras aparecen incompletas, entrecortadas y las frases no son enteras. Para lograr la lectura aproximada de ésos versículos (que se observa en la transliteración posterior) se tiene que recurrir a la inserción de las frases de una Biblia moderna para llenar las lagunas faltantes. Esto nos da una idea del valor sumamente relativo y especulativo de la transliteración final. Sabemos que una letra o palabra puede cambiar todo el sentido y es sumamente arriesgada la técnica que finalmente es aceptada por las organizaciones religiosas y editores que llegan a un acuerdo.

E imaginemos que esto ocurre solo con algunos versículos que se han encontrado, y una gran cantidad del texto de todo el libro está en estado desconocido.


Análisis de los fragmentos

A propósito del tema anterior, ¿por qué es importante analizar de forma clara el asunto de los fragmentos y manuscritos bíblicos? Por que como buscadores de la verdad queremos enfrentarnos a los hechos. Valoramos el gran mensaje espiritual de la Biblia que nos transmite a rasgos generales, pero es imprescindible contrastar si la Biblia como compendio de libros es realmente coherente con los manuscritos más antiguos, lo que nos mostraría una aproximación a la verdad. De lo contrario, solo viviríamos una verdad basada en un apego emotivo y tradición social, más que en una búsqueda honesta. En entradas posteriores analizaremos este fascinante tema.

El papiro del siglo IV sobre el Jesús "casado".

Últimamente cierta noticia sensacionalista sobre un papiro que afirmaría que Jesús estaba casado, ha creado cierto revuelo en el público indocto del tema de los apócrifos. Esto no es nada nuevo. Desde antes del Código Da Vinci las calenturientas mentes siguen creando una historia en base a tergiversaciones y falta de rigor científico. No se trata de una cuestión religiosa o de que ésto empañe la figura de Jesús de Nazaret, ni siquiera de sentimientos religiosos heridos. Según el Libro de Urantia, Jesús podría haber optado al matrimonio como cualquier mortal y lo habría hecho de forma entusiasta, digna y limpia, sin un morbo oscuro ni nada semejante, pero eso no era la voluntad del Padre para el Autootorgamiento del Hijo Creador. Por lo tanto, Jesús se concentra en la proclamación de su mensaje espiritual en los pocos años de vida humana que habría de experimentar.

Entonces el asunto se establece fuera del morbo o los sentimientos religiosos, sino que simplemente es una cuestión de hechos. El problema es la falta de rigor científico y como últimamente se utiliza el sensacionalismo. Al respecto, cito la opinión de un auténtico especialista, con una visión científica del tema:

 Antonio Piñero, Catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y experto en textos bíblicos escribe:

Tanto Facebook, como El Mundo, Religiodigital y otros medios se han hecho eco de la noticia. Al parecer, aunque no me fío del todo que sea exactamente así, Karen King, profesora de la Facultad de Teología de Havard (y no de “divinidad como ha sido traducido en otros foros = inglés “Divinity” no traducible al pie de la letra, salvo traición al sentido) ha publicado en un congreso de coptología en Roma el descubrimiento de un nuevo papiro en copto del siglo IV, muy pequeño, del tamaño de una tarjeta de visita o de crédito, con líneas poco legibles, cuya posible traducción es la siguiente (según El Mundo, jueves 20 septiembre 2012, p. 45):

Papiro copto del siglo IV“Mi madre me ha dado la vida… .
los discípulos preguntaron a Jesús...
negó. María es digna de eso... Jesús
les dijo: mi mujer... podrá ser mi discípula. Que los malvados se inflen...
en lo que me concierne, viviré con
ella por... una imagen».

Ciertamente, el papiro copto dice literalmente en la línea 4: “Dijo Jesús a ellos (antes ha aparecido la palabra mathetés = “discípulo en greco-copto): “Mi mujer…” (= copto ta hime… que se lee muy bien). No me meto en el resto de la traducción porque el pairo es de difícil lectura, aunque ciertamente se pueden leer bien algunas otras palabras como “María” y “discípulo/a”.

Estoy de acuerdo también en que el papiro puede ser auténtico y del siglo IV. Ciertamente en el estilo de letra del soporte y en la tinta se parece relativamente a los documentos de Nag Hammadi que hemos editado José Montserrat, Francisco García Bazán, Fernando Bermejo y yo mismo en la Editorial Trotta (4ª edición 2011).

Pero en lo que no estoy de acuerdo es en que se presente el papiro como un gran descubrimiento, que se diga que pertenece a un evangelio griego (apócrifo, naturalmente) del siglo II que fue luego traducido al copto en el siglo IV y que se lo titule nada menos como “El Evangelio de la mujer de Jesús”. Esto es pura traslación a ese fragmento de lo que sabemos de los pairos de Nag Hammadi, sobre todo el Evangelio de Tomás copto y en parte del Evangelio de María (posiblemente del siglo II) y del Evangelio de Felipe (casi seguro del siglo II) a este papiro. El título es meramente sensacionalista.

Si así lo presenta la Dra. King (a la que conozco bien por su libro sobre María Magdalena y otras publicaciones; no lo sé a pesar del artículo periodístico), me confirmaría en que busca un exagerado protagonismo / sensacionalismo, una manera de hacerse autopropaganda más un modo de suscitar de nuevo la discusión sobre las bases históricas de la negación a las mujeres de un papel relevante en las iglesias. Es una suerte tener tanta audiencia.

Pero lo que no es en absoluto verdad es que el “descubrimiento” sea nuevo. Sabemos desde hace muchos años que en el Evangelio copto de Tomás, logion 61 leemos:

Jesús dijo: Habrá dos descansando en una cama; uno morirá, el otro vivirá.

  Salomé dijo: ¿Quién eres tú, hombre, y de quién (provienes)? Te has reclinado sobre mi lecho y has comido en mi mesa.

  Jesús le dijo: Yo soy el que proviene del que es igual. Me ha sido dado de entre lo perteneciente a mi padre.

  (Salomé dijo): Yo soy tu discípula.

  (Jesús dijo): Por ello te digo: cuando alguien se hace igual (si el discípulo llega a ser igual), se llenará de luz; pero cuando se separa (si llega a estar dividido), se llenará de tiniebla (F. Bermejo, Todos los Evangelios, Edaf, p. 447).

También sabemos por los restos del Evangelio de los Egipcios (perdido, pero transmitido por Clemente de Alejandría) lo que sigue:

A Salomé, que preguntaba: “¿Durante cuánto tiempo estará en vigor la muerte?”, respondió el Señor: “Mientras vosotras las mujeres sigáis engendrando[…] y afirman (en este evangelio) que dijo Jesús en persona: “He venido a destruir las obras de la mujer. De la mujer, esto es, de la concupiscencia; las obras de ella, esto es, la generación y la corrupción”.

Al tocar el punto de la consumación hizo bien en decir Salomé: “¿Hasta cuándo los hombres estarán muriendo?” […] Y el señor le respondió con toda circunspección: “Mientras las mujeres sigan engendrando”. (Respondió Salomé): “Bien hice en no engendrar” A lo que el Señor replicó diciendo: “Puedes comer cualquier hierba, pero aquella que es amarga no la comas”.

Preguntando Salomé cuando llegarían a realizarse aquellas cosas de que había hablado, dijo el Señor: “Cuando holléis la vestidura del rubor y cuando los dos vengan a ser una sola cosa, y el varón, juntamente con la hembra, no sea ni varón ni hembra” (Clemente de Alejandría, Stromata III 6.9.13; G. del Cerro, Todos los Evangelios p. 624 y A. Piñero, Jesús y las mujeres, Aguilar, Madrid, 2008, 208ss)

Evangelio de Tomás copto 114:
Simón Pedro les dijo: “Que María salga de entre nosotros porque las mujeres no son dignas de la vida”.

Jesús dijo: “Mirad, yo la impulsaré para hacerla varón, a fin de que llegue a ser también un espíritu viviente seme¬jante a vosotros los varones; porque cualquier mujer que se haga varón, entrará en el Reino de los cielos”.

Que esta María sea la Magdalena lo sabemos sólo por el conjunto de los textos gnósticos, que unas veces –pocas- la denomina con su nombre completo y otras no, dando por supuesto que el lector sabe de qué María se trata.

En otra obra gnóstica, la Sabiduría de Jesucristo leemos:

En 98,10 se lee:

Le dijo María: “Señor, ¿de qué modo sabremos esto?” (la diferencia entre lo corruptible y lo incorruptible).

Y luego sigue Jesús explicando la diferencia, que no interesa ahora para nuestro tema. Y en 114,9:
Díjole María: “Señor Santo, tus discípulos ¿de dónde han venido, a dónde van y qué harán en ese lugar?”.

Le dijo el Salvador perfecto: “Quiero que entendáis que la Sabiduría, la Madre del Todo…, etc.”.
En este Evangelio, María aparece dos veces como interlocutora de Jesús al que formula alguna pregunta. Hay que señalar que, en la inmensa mayoría de los casos en esta interlocución, la persona que hace la pregunta no desempeña más papel activo que formularla. Luego Jesús toma la palabra y en un monólogo, breve o extenso, expone su doctrina. Luego se le formula otra pregunta, etc. El que pregunta es como un periodista que está entrevistando a Jesús: quien tiene el peso de lo que se dice no es el entrevistador, sino el entrevistado. Por tanto, lo que en estos textos aparece es sólo una María (se sobreentiende Magdalena) que actúa como discípula de Jesús que en la narración sirve de mera introductora a la doctrina del Revelador resucitado formulándole preguntas (A piñero, Jesús y las mujeres, p. 224).

En la obra el Diálogo el Salvador (Biblioteca de Nag Hammadi II 165-187 aparece el mismo Jesús con un tono absolutamente negativo respecto a las mujeres:
(144,17-21) :

Dijo el Señor: “Orad en el lugar en el que no haya mujer(es)”. Mateo dijo: Nos dijo: "Orad en el lugar en el que no hay mujer(es)", lo que significa: aniquilad las obras de la feminidad, no porque haya otra manera de engendrar, sino para que cese la generación. María dijo: ¿No serán eliminadas jamás?”.
Este pasaje es totalmente encratita, antimatrimonial, y no se refiere a las actividades de la mujer en la vida religiosa, sino al deseo del gnóstico de que cese en absoluto la procreación de seres humanos (dar a luz, propio de las mujeres), puesto que el cuerpo es la cárcel del espíritu, el único que se salvará. No interesa crear más cárceles.

Mañana publicaré otros textos, probablemente bien conocidos por algunos lectores, como paso previo al comentario en sí de la noticia, que no es tan relevante como parece desde el punto de vista del historiador.

Jesús casado. Un Papiro del siglo IV “afirma” que Jesús estaba casado”. Más textos sobre tal “novedad” (439-02)

Continúo citando textos como paso previo a mi comentario, para que se vea la “tremenda novedad” de la noticia. Sin embargo, aludiré sólo dos pasajes más para no cansar: El Evangelio de María y el de Felipe. Tomo las notas de mi obra “Jesús y las mujeres”:

Evangelio de María:
Pedro, ya consolado, confiesa después:
Mariam, hermana nuestra, nosotros sabemos que el Salvador te amaba más que las demás mujeres (10,1-5: BNH II 135).
El verbo “amar” de este párrafo, tanto en griego (phileîn o agapân), como en copto (ouoōsh), o en español, puede tener varios significados y no expresa necesariamente por sí mismo una relación sexual entre María Magdalena y el denominado Salvador. Es el contexto el que ofrece la clave para el significado. Pues bien, todo el contexto del Evangelio de María hasta ese instante, y ciertamente también hasta su final, no ofrece el menor apoyo para un significado erótico: en todo momento el autor piensa que ese amor se traduce en recibir del Revelador, ¡resucitado!, por medio de visiones, enseñanzas espirituales reservadas a los escogidos.

Leví recrimina a Pedro por enfadarse con María Magdalena ya que Pedro había dicho: ¿Ha hablado Jesús con una mujer sin que nosotros lo sepamos?… ¿Es que él la ha preferido a nosotros?

Entonces María se echó a llorar…


Replica Leví:
Pedro: “Siempre fuiste impulsivo. Ahora te veo ejercitándote contra una mujer como si fuera un adversario. Sin embargo, si el Salvador la hizo digna, ¿quién eres tú para rechazarla? Es cierto que el Salvador la conoce perfectamente; por esto la amó más que a nosotros” (17,15-18,14: BNH II 137).

Evangelio de Felipe:
El Evangelio de Felipe es el apócrifo más explícito en el tema del afecto entre María Magdalena y Jesús. El primer pasaje importante es:

Tres mujeres caminaban siempre con el Señor: María, su madre, la hermana de ésta, y Magdalena, denominada su compañera. Así pues María es su hermana, y su madre, y es su compañera (59,6-11: BNH II 31).

El segundo pasaje es:
La sabiduría denominada "estéril" es la madre [de los] ángeles, y la compañera del [Salvador es] María Magdalena. El [Salvador] la amaba más que a todos los discípulos y la besaba frecuentemente en […].

Los demás discípulos dijeron: “¿Por qué la amas más que a nosotros?”
El Salvador respondió y les dijo: “¿Por qué no os amo a vosotros como a ella?”
Un ciego y un vidente, estando ambos a oscuras, no se diferencian entre sí. Cuando llega la luz, entonces el vidente verá la luz y el que es ciego permanecerá a oscuras.

El Señor dijo: "Bienaventurado el que es antes de llegar a ser, pues el que es, ha sido y será” (63, 30 – 64, 5).

En la misma obra, Jesús y las mujeres aduzco un texto de Fernando Bermejo que explica estos pasajes:

“El segundo texto con el que hay que comparar el del Evangelio de Felipe es Mc 3,31-35, en el que Jesús no quiere recibir a su familia carnal:

Vinieron su madre y su hermanos y desde fuera le mandaron llamar. Estaba la muchedumbre sentada en torno a él y le dijeron: “Ahí fuera están tu madre y tus hermanos, que te buscan”.

Él les respondió: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? Quien hiciere la voluntad de Dios ese es mi hermano, mi hermana y mi madre”.

Ante este texto hay que formularse un pregunta: ¿Quién puede ser a la vez en términos físicos, hermano, hermana y madre? Se trata, por tanto, de una asociación con Jesús de tipo espiritual, gracias a la fe en su doctrina. Si Mc 3,31-35 convierte en parentesco decisivo la relación espiritual y no la carnal, entonces con toda probabilidad el texto del Evangelio de Felipe está haciendo lo mismo: María es “compañera” de Jesús en el mismo sentido en que es “hermana” y “madre”, es decir, en tanto que posee con él un íntimo vínculo espiritual. Además, al igual que en Mc 3, 35 la expresión “mi hermano, hermana y madre” no enfatiza ninguno de estos tipos de parentesco (pues precisamente los hace indistintos: quien tiene un vínculo espiritual con Jesús merece ser llamado simultáneamente su “hermano” y “hermana” y “madre), así también en el Evangelio de Felipe el énfasis no recae en la expresión “compañera” (o, si se prefiere, recae tan poco como en “hermana” o “madre”): lo que se enfatiza es que quien tiene un vínculo espiritual con Jesús es –en el sentido genuino del nombre- su “madre” y “hermana” y “compañera”.

Por tanto: lo que quiere decir, y recalcar, el Evangelio de Felipe no es precisamente que María Magdalena sea la mujer legítima y carnal de Jesús, sino la discípula perfecta. Al escuchar al Salvador / Revelador María se hace espiritualmente de la “familia espiritual” del Salvador, al igual que su madre al pie de la cruz. Por ello a la Magdalena se le puede denominar con toda propiedad –espiritual- “su hermana y su madre, y su compañera” (Evangelio de Felipe 59,6-11). Y lo mismo pude decirse de la Salomé del Evangelio de Tomás (véase capítulo anterior) y de cualquiera otra mujer que oiga y ponga en práctica la revelación del Salvador. No se puede ser en el orden físico esposa, madre, hermana, compañera, etc., a la vez, como afirma el texto. Todas estas expresiones –sobre todo si se formulan conjuntamente- deben entenderse de un modo simbólico y en el ámbito de lo espiritual.

Como señalé, tengo todavía muchos textos más sobre María Magdalena que el lector puede leer en mi obra citada o bien en una obra clásica en lengua inglesa: Marjanen, A., The Woman that Jesus Loved. Mary Magdalene in the Nag Hammadi Library and Related Documents, Brill, Leiden, 1996. Supongo que Karen King la conoce.

En síntesis: si Karen King presenta el papiro copto en Roma como una “novedad”, tal como dicen las noticias de periódico, sería una tontería. Y yo no creo que Karen King sea tonta, sino todo lo contrario: es bastante lista. Luego, insisto: si es así, parece claro que pretende algo diferente. Y los periodistas, ignorando lo que se ha escrito en español, le hacen el juego de presentarla como la héroe de la novedad. Pero los periodistas son presas de nuestra vorágine: no pretenden otra cosa que suscitar el mero interés en un mundo donde si no hay algo nuevo, la gente se muere de aburrimiento, al parecer.

¿Es así? Casi me atrevería a asegurarlo, aunque algunos de los que han dado eco amplio a la noticia gozan de mi estima. Opino que es evidente que se trata de un montaje sensacionalista --un simple argumento más-- aunque para una causa justa: llamar la atención en la Iglesia sobre su estructura “masculina”, “machista”, e injusta. Si la Iglesia no emplea a las mujeres en sus estructuras de mando, sufrirá graves detrimentos. Ahora bien, tal causa está defendida en este caso con argumentos de “novedad” que no es tal.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Saliendo de la última era de superstición esclavizante

Jesús Desenmascaró y denunció la creencia en encantamientos, ordalías, hechicerías, maldiciones, signos, mandrágoras, cuerdas anudadas, y todas las demás formas de superstición ignorante y esclavizante. - Libro de Urantia Página 1680 y Página 1681

Pero no solo la superstición es una mala hierba que ha hechado raíces con respecto a asuntos espiritistas o mágicos. La superstición se ha incorporado en creencias inexactas sobre Dios mismo y su relación con los hombres. Hoy con la inminencia del 21 de diciembre del 2012, la superstición mezclada con un Nuevo Paganismo e incluso los Cultos Organizacionales siguen siendo supersticiones esclavizantes.

La religión del espíritu libera al hombre del morbo a un Dios castigador, a un fin del mundo angustiante, de preceptos y leyes antidivinas y anti vida, y le hace abrir los ojos para sacarse esa venda que le impide vivir la vida aquí y ahora. Abrir los ojos a la realidad es difícil, pero la paz que invade es extraordinaria ante esa libertad en Cristo. 

La idea de unos representantes especiales que son un conducto de Dios es el último residuo ancestral de la idolatría que coloca un "totem" conceptual como imagen intermediaria entre Dios y los hombres. Afortunadamente la liberación comienza, y esos conceptos están siendo llevados por el viento como polvo irreal e inexistente.

La Quinta Revelación nos dice: “no os desalentéis, la evolución humana sigue progresando y la revelación de Dios al mundo en Jesús y por Jesús no fracasará” 2097, “porque sean cuales fuesen los errores que puedan cometer vuestros semejantes, en la organización del mundo de hoy, el evangelio de Jesús, gobernará este mundo en una era futura. El propósito final del progreso humano, es el reconocimiento reverente de la paternidad de Dios y la materialización amante de la hermandad de los hombres”.1608

Ante los embates catastróficos del mundo actual, nuestra fe y confianza en Dios debe aumentar, porque debemos tener la convicción, que “la predicación persistente de este evangelio del reino, traerá algún día una nueva e increíble liberación. Libertad intelectual y libertad religiosa a todas las naciones” 1932.  “Sea cual fuese el conflicto aparente, entre materialismo y las enseñanzas de Jesús, podemos estar seguros que en las eras por venir, las enseñanzas del Maestro triunfarán plenamente”. 2076

“Existe en las enseñanzas de Jesús, una naturaleza eterna que no le permitirá permanecer, por siempre sin frutos en el corazón de los hombres. El reino, tal como lo concibió Jesús, ha fracasado en gran parte en la tierra hasta ahora, porque una iglesia exterior ha tomado su lugar, pero debemos comprender que estas iglesias ( digo en plural porque son muchas ) son tan sólo una etapa larval del reino espiritual, que lo llevará a través de esta era material, a una dispensación más espiritual, en las que las enseñanzas del Maestro, gozarán de una oportunidad más plena para su desarrollo. Así pues, las llamadas iglesias cristianas, se vuelven el capullo en las cuales está ahora durmiendo el concepto del reino de Jesús. El reino de la hermandad divina, aun está vivo y saldrá finalmente y con certeza de su largo letargo, con tanta certeza como surge finalmente la mariposa después de su metamorfosis 1866.  La evolución puede ser lenta, pero es tremendamente eficaz 900 por eso tengamos paciencia, no dudemos que este evangelio del reino triunfará, sobre todos los enemigos y finalmente será proclamado a todas las naciones”.1913