martes, 10 de octubre de 2017

A pesar de todo, el mundo es mejor que antes

Actualmente el estado depresivo generalizado de la Humanidad nos hace pensar que la evolución a una Era mas amorosa y luminosa esta cada vez mas lejos. Sin embargo, ese análisis es generado con las gafas pequeñas del hombre moderno, descuidando el examen justo de la Historia.

Antes del siglo I el mundo estaba plagado de violencia y conquista. Hoy nos causaría un shock ver un asesinato en vivo, pero en aquellas épocas era algo cotidiano y frecuente. Miles morían con sus respectivas espadas en un mundo más alejado de la hermandad humana.

La esclavitud en su aspecto mas cruel era algo común, y los abusos hacia las mujeres y niños eran tolerados e incluso aplaudidos. Sociedades como Esparta daban énfasis a esa brutalidad y dureza. Las plagas y enfermedades masivas cada cierto tiempo mataban a millones, tal como la peste negra de la Edad Media. El trabajo era duro y sacrificado. Los días enteros se pasaban en buscar comida, sembrar, cazar, cortar leña y caminar sin las comodidades modernas, siempre con la desconfianza inmediata del vecino o alguna fiera al acecho. Era menester siempre tener tu espada en el cinto.  Durante milenios el hombre no dispuso de horas vacías para el ocio o la reflexión existencial moderna. 

Gracias a la infusión del mensaje de Jesús la Humanidad dio un salto evolutivo a mejores relaciones humanas. Pese a que el mensaje nuclear de Jesús se perdió en medio de una estructura clerical que como una cañería dosifico y aplazo su fuerza benéfica, sorprendentemente el goteo y goteo dieron inspiración que ha beneficiado al mundo. El Documento llamado "Después de Pentecostés" (Doc. 195) explora mas detalles de este viaje durante los últimos dos milenios.

Muchas reformas y cambios humanistas son  inspiración del cristianismo y del goteo de las enseñazas de Jesús. Aquellos que estuvieron tras los ideales fraternales de un gobierno más representativo, de la abolición de la esclavitud, los derechos de las mujeres y las mejoras laborales bebieron las gotas de las enseñazas del Maestro. Y que despertar habría recibido el mundo si sus enseñanzas hubiesen fluido como libres manantiales. Y aun así el mundo se ha vuelto más suave y llevadero que en siglos pasados.

Los reductos de abusos modernos, delincuencia y problemas hoy son cada vez mas acotados. Nos impactan no porque las ciudades estén saturados de estos males, de lo contrario no sobreviviríamos ni un día en ellas. Nos perturban porque dichos fenómenos más puntuales causan mas impacto a una naturaleza más sensible y anhelante de tranquilidad. La prensa se encarga de ensalzar el mal, pero rara vez comenta sobre los actos de bondad que miles realizan a diario.

Entonces el principal problema moderno no son las condiciones materiales ni la justicia social, sino la perturbación y vacío existencial que el hombre padece, aquella necesidad espiritual que signifique la respuesta del sentido y propósito de la Vida. Esto hace que el espíritu doliente y hambriento del hombre moderno lo lleve a las avenidas del materialismo y la búsqueda desenfrenada del placer para saciar los sentidos, o la evasión a través de las drogas o el alcohol.

Hoy mas que nunca se necesita el mensaje nuclear de Micael, libre de las cañerías (estructuras humanas) que lo han eclipsado provocando una dolorosa sed saciada solo con gotas, en vez de la abundante agua espiritual que una vez él menciono a Nalda,  la mujer de Sicar.

Esta verdadera agua de vida saciara la sed del hombre, y lograra ser un aceite suavizador de las fricciones humanas en esta era de sistemas excesivos. Se vuelve esencial que los que conocen al Padre se vuelvan esos manantiales refrescantes.

No creo que falte mucho para la llegada de una era luminosa si aquellos que conocen a Dios se derraman de una forma apropiada tal como se analizo en una entrada pasada. 

Hoy, a pesar de no recibir mucha publicidad ya hay cientos de grupos y personas que silenciosamente están avanzando en estas conquistas espirituales. 

Tú que ya sabes estas cosas, lucha por la fraternidad entre los hombres, y el Padre hará el resto.