lunes, 2 de octubre de 2017

El problema de las secesiones

Hoy con los recientes sucesos de Cataluña, a veces pienso que estamos en una peligrosa etapa de inminente retroceso en la evolución humana. Desde un punto de vista interno, una independencia puede parecer justa, pero el problema que logra es generar más división que integración. En cierto momento la autodeterminación es necesaria, pero a esta altura y en ésta época parece más bien un fenómeno retrógrado que evolutivo:

134:5.9 (1488.7) La soberanía política se crea a partir de la renuncia a la autodeterminación, primero del individuo dentro del núcleo familiar, y luego de la familia y del clan dentro de la tribu y de las agrupaciones más grandes. Esta transferencia progresiva de la autodeterminación, desde las organizaciones políticas más pequeñas a las cada vez más grandes, ha seguido su curso prácticamente sin interrupciones en el Oriente, desde el establecimiento de las dinastías Ming y Mogol. En el Occidente siguió durante más de mil años hasta el fin de la Guerra Mundial, momento este en el que un desafortunado movimiento retrógrado revirtió temporalmente esta tendencia normal restableciendo la soberanía política sumergida de numerosos grupos pequeños de Europa.

Lo anterior puede ser una referencia a los grupos nacionalistas alemanes que provocaron el germen de las primeras guerras mundiales. Las guerras son consecuencia inevitable del patriotismo desmedido entre los pueblos.

Se nos comenta que este proceso de transiciones desde la familia, clan, tribu y nación al gobierno de la Humanidad fue frenado en las Guerras Mundiales por la lamentable proliferación de naciones tras las guerras. De hecho, el número de países tras las guerras mundiales aumentó considerablemente. Y un número abundante de naciones con sus propios intereses aumenta grandemente el número de choques y fricciones de intereses.

134:5.8 (1488.6) La dificultad en la evolución de la soberanía política, desde el núcleo familiar hasta la humanidad en bloque, yace en la inercia-resistencia que se observa en todos los niveles intermedios. Las familias desafían en ocasiones a su clan, en tanto que los clanes y las tribus a menudo estaban subversivos en cuanto a la soberanía del estado territorial. Cada evolución nueva y progresiva de la soberanía política se encuentra (y se ha encontrado siempre) estorbada y entorpecida por las «etapas de andamio» de las evoluciones anteriores en la organización política. Y esto ocurre porque la lealtad humana, una vez en movimiento, es difícil de cambiar. La misma lealtad que posibilita la evolución de la tribu, dificulta la evolución de la supertribu —el estado territorial. Y la misma lealtad (el patriotismo) que hace posible la evolución del estado territorial, complica enormemente el desarrollo evolutivo del gobierno de toda la humanidad.

Hoy con tristeza observamos un rebrotar de la inercia-resistencia y el estorbo por mantener las «etapas de andamio».

Notamos que entre la etapa de las tribus hasta la etapa de una nación, sin duda hubieron problemas. Cuando analizamos el nacimiento de los países en América notamos los muchos conflictos internos de los mismos "padres de la nación" que estuvieron a punto de hacer colapsar las recién estrenadas naciones. Muchos no estaban de acuerdo con pasar al concepto de una "nación" sólida e independiente de los antiguos imperios, y surgieron voces conspirativas, etc. La misma guerra civil estadounidense es un trágico ejemplo que se llevó a Abrahán Lincoln a la tumba.

Cuando observamos como una fracción de España se quiere independizar es realmente volver al concepto anterior de “tribu” separada. Lo mismo ocurre con las ambiciones de algunos grupos de California que desean salirse de EEUU.
Parece que esto es una especie de proliferación de las ideas separatistas (que desde una óptica interna parecen justas pero que rompen con un cuadro más grande) de Lucifer y Caligastia:

(759.1) 67:5.3 El esquema de Caligastia para la reconstrucción inmediata de la sociedad humana de acuerdo con sus conceptos de la libertad individual y los derechos de los grupos, resultó un veloz y, en cierto modo, rotundo fracaso. La sociedad pronto revirtió a su antiguo nivel biológico, y volvió a comenzar la lucha progresiva a partir de un punto no mucho más adelantado de donde se encontraba al principio del régimen de Caligastia; pues este levantamiento había dejado al mundo en un estado de suma confusión.

La proliferación de “los derechos de los grupos” solo puede llevar a la animosidad entre pueblos. Hoy, en vez de hacer nacer más naciones, necesitamos llegar a un concepto de “gobierno representativo de la Humanidad”, que ayude a lograr la hermandad entre los hombres. Pero ésta idea incluso ha sido manchada como conspirativa por aquellos que en su corta visión insisten en el separatismo nacional, el llamado “virus de la soberanía nacional”:

(1491.1) 134:6.7 La guerra no es una enfermedad grande y terrible del hombre; la guerra es un síntoma, un resultado. La verdadera enfermedad es el virus de la soberanía nacional.