lunes, 27 de noviembre de 2017

Discernir el tiempo

176:2.6 (1915.3) «Ahora bien, en cuanto a las tribulaciones de Jerusalén, de las que os he hablado, no pasará esta generación hasta que se cumplan mis palabras; pero en cuanto a los tiempos del nuevo advenimiento del Hijo del Hombre, nadie en el cielo ni en la tierra puede presumir hablar. Pero conoced la maduración de una era; debéis estar alertas para discernir los signos de los tiempos. Sabéis que cuando ya la rama de la higuera está tierna y brotan sus hojas, el verano está cerca. Del mismo modo, cuando el mundo haya pasado el largo invierno de la mentalidad materialista y discernáis el advenimiento de la primavera espiritual de una nueva dispensación, sabréis que se acerca el verano de una nueva visitación.

¿Significan las palabras anteriores que una gran crisis mundial ha de sacudir la mentalidad materialista del hombre actual para preparar el escenario para una Era mejor del reino? ¿Es esta crisis mundial la gran tribulación que esperan las religiones modernas?

170:4.15 (1863.13) Aunque Jesús atribuyó una fase del reino al futuro y, en numerosas ocasiones, sugirió que dicho evento podría aparecer como parte de una crisis mundial; y aunque también con certidumbre, en varias ocasiones, prometió definitivamente que algún día retornaría a Urantia, es necesario aclarar que nunca vinculó positivamente estas dos ideas entre sí. Prometió una nueva revelación del reino sobre la tierra en algún tiempo futuro; también prometió que alguna vez volvería en persona a este mundo; pero no dijo que los dos acontecimientos fueran sinónimos. Por todo lo que sabemos, estas promesas pueden referirse al mismo acontecimiento, o no.

Así que por lo menos, tenemos la certerza que una fase del reino, una más activa, ha de manifestarse después de una crisis mundial, y quizás las piezas del escenario estén ya colocadas:

- Cambio climático.
- Interdepenedencia global economómica.
- Inestabilidad global política y social.

Civivilizaciones locales entraron en crisis por la suma de éstos problemas en el pasado. Ahora, nos enfrentamos por primera vez en la Historia a una Civilización Global. Un cambio de Era en una Civilización Global. Ese es el peligro de la transición: 

99:1.4 (1087.1) La religión (verdadera del espíritu interior) no tiene nuevos deberes que cumplir, pero es urgentemente llamada a funcionar como guía sabia y consejero experto en todas estas situaciones nuevas y rápidamente cambiantes de la humanidad. La sociedad se está volviendo más mecánica, más compacta, más compleja y más críticamente interdependiente. La religión debe funcionar para evitar que estas nuevas interasociaciones íntimas se tornen mutuamente retrogresivas o aun destructivas. La religión ha de actuar como la sal cósmica que previene la destrucción del sabor cultural de la civilización por los fermentos del progreso.