Hace pocos días expertos de la Universidad de Oxford han
realizado un hallazgo sorprendente. Un extraño texto escrito en griego ha
resultado ser la primera copia original conocida de una escritura cristiana que
describe las enseñanzas secretas de Jesús a su hermano Santiago. Aunque este
manuscrito pertenecía al grupo de los manuscritos de Nag Hammadi de 1945, no
había podido ser analizado concienzudamente sino hasta ahora. Se cree que se
remonta a algún punto entre el siglo II y VI d.C, y pertenece a una tradición
herética descrita como gnosticismo: una forma primitiva, más bien mística, de
cristianismo.
Geoffrey Smith comenta:
“El texto complementa el relato bíblico de la vida de
Jesús, al permitirnos acceder a conversaciones que supuestamente tuvieron lugar
él y su hermano Santiago: enseñanzas secretas que permitieron a Santiago ser un
buen maestro después de la muerte de Jesús. También le revela información sobre
el reino celestial y eventos futuros”.
Aunque el manuscrito parece salpicado con algunas ideas
gnósticas, hay unos hechos relevantes que estructuralmente (en el marco de
circunstancias) son idénticos a los narrados en el Libro de Urantia, revelado
una década antes del descubrimiento de Nag Hammadi:
190:2.4 (2032.2) Cuando Santiago percibió que Jesús le estaba dirigiendo la palabra, quiso echarse a sus pies, exclamando: «Padre mío y hermano mío», pero Jesús le dijo que se pusiera de pie mientras él le hablaba. Caminaron por el jardín y conversaron casi tres minutos; hablaron de las experiencias de días pasados y pronosticaron los eventos del futuro cercano. Cuando se acercaron a la casa, Jesús dijo: «Adiós, Santiago, hasta que os reciba a todos juntos».
190:2.4 (2032.2) Cuando Santiago percibió que Jesús le estaba dirigiendo la palabra, quiso echarse a sus pies, exclamando: «Padre mío y hermano mío», pero Jesús le dijo que se pusiera de pie mientras él le hablaba. Caminaron por el jardín y conversaron casi tres minutos; hablaron de las experiencias de días pasados y pronosticaron los eventos del futuro cercano. Cuando se acercaron a la casa, Jesús dijo: «Adiós, Santiago, hasta que os reciba a todos juntos».
190:2.5
(2032.3) Santiago entró corriendo a la casa, mientras ellos lo buscaban en
Betfagé, exclamando: «Acabo de ver a Jesús, y de hablar con él; yo conversé con
él. No está muerto; ¡ha resucitado! Se desapareció de ante mí, diciendo,
‘Adiós, hasta que os reciba a todos juntos’».
190:2.7
(2032.5) Todos querían correr a la ciudad para decir a los apóstoles incrédulos
lo que había ocurrido, pero Santiago los detuvo. Tan sólo se le permitió a
María Magdalena volver a la casa de José. Santiago prohibió que ellos
difundieran el hecho de esta visita morontial, debido a ciertas cosas que Jesús
le había dicho mientras conversaba con él en el jardín. Pero Santiago nunca
reveló nada más de la conversación que tuvo con el Maestro resucitado este día
en la casa de Lázaro en Betania.
Los Documentos NO revelan los detalles de esa conversación de Jesús con Santiago, solo nos dan pistas las cuales coinciden con los datos del manuscrito. Posiblemente tienen que ver con la muerte en martirio de Santiago y algunas breves enseñanzas, que sin duda, deben haber sido rellenadas con doctrinas gnósticas posteriores. También esto respalda el papel que asumiría Santiago en la futura Iglesia de Jerusalén.
Y esta tesis parece corroborada porque aunque Santiago no reveló los detalles de esa conversación secreta con Jesús, si se supo por el boca a boca que el Maestro se apareció a su hermano. De hecho, hasta Pablo llegó a saberlo y ésta cita es reveladora:
"Después de eso se apareció a Santiago, luego a todos los apóstoles" - 1 Corintios 15:7
Así que el marco de circunstancias de la conversación privada de Jesús se supo, algo se filtró (parece hablaron sobre la muerte futura del hermano de Jesús y quizas sobre el movimiento cristiano), y una que otra frase profunda de enseñanza, pero el resto fué transformado en leyenda y llenado por las historias del gnosticismo que hablaban de un Jesús etérico aparentemente corporal, confundiendo la realidad del Jesús moroncial resucitado.