domingo, 4 de febrero de 2018

Entre los Atlantes y los Elfos

Desde tiempos remotos ha existido el rumor de una raza superior descendiente de los dioses que fundó civilizaciones desaparecidas. La mítica Atlántida es un ejemplo de ello.

En la mitología griega, Hiperbórea era una región situada en las tierras desconocidas. Se decía que fueron los primeros hombres que venían más allá del océano. De los hiperbóreos se decía que eran inmortales, además de ser descritos como dioses. Autores modernos adscritos al esoterismo nazi, relacionado con el Tercer Reich de Adolf Hitler, posteriormente postularon una teoría en la que a Hiperbórea la consideraron un posible origen de la "raza aria".

Otros autores también sabían de estas pistas y crearon fascinantes historias de ficción basadas en esa información ya distorsionada. J. R. R. Tolkien, el creador del “Señor de los anillos”, estuvo fuertemente influenciado por esas tradiciones nórdicas y otras fuentes del Mediterráneo que aludían a esa Era pérdida. En su mitología ficticia Tolkien habló de los Valars, unos seres espirituales. Luego se habla de los Elfos, unos seres inmortales. Ellos son de aspecto nórdico, rubios y bellos.

Estas razas son de origen celestial, y miran a las estrellas. Efectivamente venían de las estrellas, de Jerusem.

En esa historia se habla de las “tierras imperecederas” (el destino final de Frodo). Milenios  antes del “retorno del rey”, cerca de esas tierras estaba Númenor, una especie de isla que fue hundida posteriormente por un castigo divino. El primer rey de Númenor fue Elros, llamado Tar-Minyatur, el hijo de Eärendil y Elwing, los cuales eran medioelfos. De la hecatombe sólo se salvaron los Fieles liderados por Elendil, que desembarcaron en la Tierra Media y fundaron los reinos del Norte (Arnor) y del Sur (Gondor). Notamos como las dinastías y linajes reales provienen de estas mezclas entre elfos y hombres. En el mismo final del “retorno del rey”, vemos el matrimonio entre un descendiente de los reyes de Gondor con una Elfo.

El llamado "derecho divino" de los reyes humanos, aún el acto de veneración hacia ellos, son recuerdos de un "eco" sobre un linaje especial perdido en la tradición.

70:6.4 (790.1) A la larga, se llegó a considerar sobrenatural la sucesión de los reyes; se creyó que la sangre real se remontaba a los tiempos del séquito materializado del Príncipe Caligastia. De este modo los reyes se convirtieron en personalidades de fetiche y se les temió sobremanera.

La historia de Númenor recuerda a la leyenda platónica de la Atlántida, una isla con una civilización muy próspera que debido a una catástrofe natural acabó hundida bajo el mar. De esos linajes vinieron los líderes que crearon las varias civilizaciones superiores. El mismo Hitler sabía que algo de ésa historia era real.

Los Documentos de Urantia nos revelan que tanto Dalamatia como el primer y segundo Edén fueron la cuna de civilizaciones superiores perdidas. La raza nodita y posteriormente la raza adanita (violeta) fueron la realidad de lo que en el futuro se conocería legendariamente como los atlantes y en la literatura fantástica de Tolkien, como los elfos. Y precisamente la mezcla racial de estos pueblos con las razas nativas dio origen a los anditas, estableciendo los primeros linajes de la nobleza inca, nórdica, egipcia, india, japonesa, china, griega, etc. En todos estos pueblos, vemos la aparición de una casta original pelirroja o rubia, tal como vimos en “crónicas de los anditas”. 

Los anditas eran viajeros empedernidos, similares a los elfos de Tolkien, que siempre llegaban a nuevas costas y eran considerados "dioses". De esa forma, pasaron por el pacífico hasta llegar a Isla de Pascua y Perú.

Efectivamente la primigenia realeza humana viene de éstos orígenes, hoy llevada al extremo fantasioso de los reptilianos, volviendo un poco burdo un asunto que efectivamente tuvo su origen real, un pueblo violeta venido de las estrellas.